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			http://www.abc.es/blogs/nieves/public/post/los-volcanes-tuvieron-la-culpa-de-la-cuarta-gran-extincion-15748.asp 
 
  Un
 grupo de investigadores del Instituto de Tecnología de Massachussets y
 la Universidad de Columbia acaba de establecer, por primera vez, que 
la gran extinción de finales del Triásico, hace unos 200 millones de 
años, coincide en el tiempo con una serie de "mega erupciones" 
volcánicas que arrojaron a la superficie más de tres millones de km. 
cúbicos de lava. Entonces, y en un lapso de unos pocos miles de años, 
desaparecieron la mitad de las especies que poblaban la Tierra. El 
estudio aparece publicado en el último número de Science.Los científicos la conocen como la 
cuarta gran extinción. Sucedió hace unos 200 millones de años, en la 
frontera temporal entre el Triásico y el Jurásico y causó la 
desaparición del 50% de las especies vivas del planeta. Cuando el mundo
 empezó a recuperarse, fue la estirpe de los dinosaurios la que ocupó 
los nichos ecológicos que habían quedado vacíos tras la catástrofe. A 
partir de ese momento ellos, los dinosaurios, heredaron la Tierra y 
dieron comienzo a un reinado de 135 largos millones de años que no 
terminaría hasta que sobrevino otra gran extinción, la quinta, hace 65 
millones de años.
 
 Y si bien todo el mundo está de acuerdo en 
que la quinta gran extinción tuvo mucho que ver con la caída de un 
meteorito de unos diez km. de diámetro, las cosas no están tan claras 
con respecto a la cuarta. Los científicos, de hecho, no terminan de 
ponerse de acuerdo sobre su causa y son varias las teorías que intentan
 explicar lo que sucedió.
 
 Ahora, y tras examinar durante años 
numerosos yacimientos desde Estados Unidos al Norte de Africa, un grupo
 de investigadores ha conseguido enlazar la abrupta desaparición de la 
mitad de las especies que poblaban la Tierra hace 200 millones de años 
con una serie de gigantescas erupciones volcánicas. Erupciones que 
causaron cambios climáticos tan drásticos y rápidos que la mayor parte 
de las criaturas, sencillamente, no consiguieron adaptarse a las nuevas
 condiciones.
 
 No es la primera vez que se intenta relacionar un
 episodio de extinción masiva con un periodo de intensa actividad 
volcánica. Sin embargo, hasta ahora no había sido posible establecer 
una relación temporal directa entre los depósitos minerales dejados por
 esas "mega erupciones" y las catástrofes biológicas. O, dicho de otro 
modo, nadie había conseguido demostrar que esas extinciones masivas 
coincidían en el tiempo con las erupciones volcánicas.
 
 Ahora, 
un grupo de investigadores del Instituto de Tecnología de Massachussets
 y la Universidad de Columbia acaban de publicar en Science un estudio 
que proporciona la fecha más precisa que se tiene hasta ahora de 
aquella gran extinción masiva (201.564.000 millones de años) y 
demuestra que coincide casi exactamente con un flujo masivo de lava 
procedente de las entrañas del planeta. "Esto quizá no responda a todas
 las preguntas sobre el mecanismo exacto de la propia extinción 
-asegura Paul Olsen, geólogo de la Universidad de Columbia y coautor 
del artículo- pero la coincidencia en el tiempo con el vulcanismo está 
prácticamente demostrada".
 
 El nuevo estudio reúne evidencias de
 trabajos anteriores y las reinterpreta a la luz de las nuevas técnicas
 para la datación de rocas. El autor principal de la investigación, 
Terrence Blackburn, utilizó, en efecto, el decaimiento de los isótopos 
de uranio para llegar a la datación exacta del basalto, un tipo de roca
 dejada por las erupciones. El basalto analizado en el estudio procede 
de la Provincia Magmática del Atlántico Central (CAMP), una serie de 
erupciones masivas que comenzaron hace cerca de 200 millones de años, 
al mismo tiempo que casi todas las tierras emergidas del planeta se 
agrupaban en un único y enorme supercontinente.
 
 Aquellas 
erupciones arrojaron a la superficie más de tres millones doscientos 
mil km. cúbicos de lava en cuatro súbitas oleadas y en un intervalo de 
pocas decenas de miles de años, dando origen a una grieta en el 
supercontinente que, con el tiempo, terminó por convertirse en el actual
 Océano Atlántico. Restos de aquella inmensa colada de lava se 
encuentran, hoy, repartidos entre las dos américas y Africa.
 
 Otros
 estudios habían sugerido ya la existencia de una relación entre las 
erupciones de CAMP y la cuarta gran extinción, pero hasta ahora las 
dataciones de los basaltos tenían un margen de error demasiado grande, 
entre uno y tres millones de años. Los métodos aplicados por Blackburn, 
 sin embargo, reducen ese margen a unos pocos miles de años, una 
cantidad de tiempo que, en la escala de la Geología, equivale a un 
simple parpadeo.
 
 Blackburn y sus colegas demostraron que la 
primera gran erupción se produjo en lo que hoy es Marruecos y que las 
dos siguientes, en las actuales Nueva Escocia y Nueva Jersey, llegaron 
3.000 y 13.000 años después, respectivamente.
 
 Así, y en apenas 
unos pocos miles de años, las condiciones del planeta se fueron 
deteriorando debido a una serie de "golpes" volcánicos sucesivos que 
envenenaron la atmósfera y cambiaron el clima para siempre, llevándose 
por delante a los últimos grandes anfibios y a una buena parte de los 
reptiles que por aquél entonces dominaban el mundo.
 
 
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