La Península Coreana retrocede 60 años en el tiempo, a la época en que el Norte comunista, aliado de la Unión Soviética y China, estaba en guerra con el Sur capitalista, apoyado por Estados Unidos. En plena escalada de la tensión bélica, el joven dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, ha instado este martes a las tropas desplegadas en la frontera marítima con el Sur, escenario de sangrientos choques en el pasado, a estar en «máxima alerta». Además, y según informan los medios norcoreanos, ha advertido al Gobierno de Seúl de que «la guerra puede estallar ahora mismo».
Tal y como había anunciado, el régimen estalinista de Pyongyanganuló el lunes el armisticio acordado con Corea del Sur que puso fin en 1953 a la primera contienda de la Guerra Fría, pero sin llegar a firmarse un tratado de paz. Así lo confirmó el periódico «Rodong Sinmun», portavoz del Partido de los Trabajadores norcoreano, al certificar el «completo final» de la tregua vigente desde entonces. Para escenificar esta ruptura, Corea del Norte cortó la línea telefónica directa de la Cruz Roja que lo comunicaba con el Sur, utilizada para coordinar los envíos de ayuda humanitaria y las reuniones de familias separadas a ambos lados de la frontera.
Este nuevo desafío coincidió con el inicio de unas maniobras militares conjuntas entre Corea del Sur y Estados Unidos. Dichos ejercicios, denominados «Solución clave», se prolongarán durante los próximos diez días con la participación de 10.000 soldados surcoreanos y 3.000 «marines» americanos. Junto a dichas maniobras, otras prácticas conjuntas entre ambos Ejércitos continuarán hasta finales de abril. Como respuesta, Corea del Norte también ha organizado a escala masiva sus propios juegos de guerra, que movilizarán a lo largo y ancho de su territorio a sus tropas de Tierra, Mar y Aire.
Paz «intermitente»
A pesar de esta escalada de la tensión, no es la primera vez que Pyongyang corta el «teléfono rojo» con Corea del Sur. Desde 1971, lo ha hecho en cinco ocasiones y la última se remonta a 2010, cuando mató a dos soldados y dos civiles al bombardear la isla surcoreana de Yeongpyeong y, según el Sur, hundió la corbeta «Cheonan», en la que perecieron 46 marineros. En los últimos veinte años, Corea del Norte también ha anulado el armisticio una docena de veces, la última en 2009.
Pero Pyongyang no ha roto todos los puentes con Seúl. Según informan las agencias internacionales, aún siguen operativas otras dos líneas de teléfono entre ambas partes, gracias a las cuales más de 800 trabajadores surcoreanos pudieron cruzar ayer la frontera para trabajar en el polígono industrial gestionado por la multinacional Hyundai en la ciudad norcoreana de Kaesong, en pleno Paralelo 38.
Tras las recientes sanciones contra su último ensayo nuclear, el régimen de Kim Jong-un presiona así a EE.UU. para firmar un tratado de paz que le asegure reconocimiento diplomático y le permita mantenerse en el poder, ofreciendo su desarme atómico a cambio de petróleo y ayuda humanitaria para su pueblo.
