Un grupo de científicos estadounidenses dirigido por Erik Grosfils, de
la Universidad Estatal de Oregón, propuso una hipótesis al respecto. Los
investigadores crearon un modelo teórico, según el cual el fenómeno se
debe generalmente a la influencia de la temperatura y los parámetros
físicos de la capa de magma bajo la superficie terrestre.
Los científicos creen que las rocas bastante dúctiles de las cámaras
donde se acumula el magma hace subir la presión durante decenas de miles
de años. Con el tiempo, la capa superior de estas se hinchan como un
balón enorme hasta que no aguantan más la presión y se agrietan. Las
grietas crecen y se hacen más profundas, destruyendo las paredes de la
cámara donde el magma está acumulado bajo una enorme presión. El techo
de la cúpula se viene abajo y la energía se libera, y entonces empieza
una gran erupción.
Las explosiones de este tipo han resultado algunas veces más potentes que las erupciones volcánicas más destructivas
que ha conocido nuestra civilización. Las supererupciones pueden
influir en el clima del planeta, generando edades de hielo o los
llamados "máximos térmicos". Estas sacudidas pueden ser comparadas a las
caídas de enormes cuerpos celestes, que afortunadamente son raras.
Uno de los ejemplos de estas catástrofes fue la erupción del volcán
Toba, en la isla indonesia de Sumatra, que se registró hace 74.000 años.
El fenómeno provocó la caída de la temperatura atmosférica de la Tierra
unos 11 grados, debido a la emisión de una enorme cantidad de la
ceniza. Varios científicos creen que en aquellos tiempos la especie homo sapiens,
entonces bastante joven, estuvo al borde de la extinción, pero
sobrevivió gracias a un grupo que habitaba en el centro de África.
Anteriormente se creía que para detonar una supererupción se necesitaba
la energía de una erupción preliminar, tal como se requiere una
explosión nuclear para provocar una reacción termonuclear. Sin embargo,
no se han encontrado evidencias de que algo así haya ocurrido en los
lugares donde hubo supererupciones primigenias.
En los volcanes "comunes”, las erupciones provienene de las condiciones
dentro de la cámara de magma. Pero en el caso de las supererupciones,
lo que las "pone en marcha” es un factor externo que courre
particularmente en la cúpula. Así, las supererupciones no son
simplemente erupciones "gigantes”, sino otros procesos con otros
mecanismo que los despiertan.
Esta hipótesis también explica por qué durante la historia del planeta
los eventos de este tipo resultan raros. Según los cálculos, la cámara
de magma tiene que contener de 10.000 a 15.000 kilómetros cúbicos de
magma. Y toda esta enorme cantidad de rocas fundidas debe mantener una
temperatura constante y ser presionada por nuevos flujos desde su base,
recalentandola y haciendo maleables las capas de roca que la rodean. Si
la cámara no es bastante grande, el magma se escapará como habitualmente
observamos en los volcanes, mucho antes de alcanzar una presión colosal
necesaria para la superexplosión.
Este modelo abre la posibilidad para que en un futuro puedan hacerse predicciones exactas de las supererupciones,
así como desarrollar métodos que permitan convertirlas en erupciones
comunes, por ejemplo destruyendo la cúpula antes de que la presión se
haga crítica. Y entonces evitar un desastre que amenace toda la civilización.