El régimen de emergencia entra en vigor el próximo 1 de junio y
estará vigente hasta, al menos, el 31 de octubre. El ministro de
Energía, Uzi Landau, tiene la facultad de regular el consumo eléctrico
en el país. Podrá decidir cuándo y qué regiones serán desconectadas
selectivamente de la red. Las restricciones del consumo afectarán
también a bases militares del país: una gran parte de ellas será cortada
de la red general y pasará a usar generadores.
Hoy en día, el total de la reserva de la potencia conjunta de todas
las centrales termoeléctricas israelíes no llega al 1% del nivel máximo
de consumo, cuando en una situación estable debería ser del 10%. En
caso de dejar de funcionar tan solo un bloque en alguna de ellas, el
estado hebreo se enfrentará a un déficit energético.
Las autoridades calculan que la caída tradicional de las
temperaturas en octubre y, respectivamente, el ‘apagón’ masivo de los
aires acondicionados reducirá significativamente el consumo de
electricidad y les permitirá cancelar el estado de emergencia. Está
previsto, además, que a inicios de 2013 el otro yacimiento israelí de
gas, Tamar, ubicado en la plataforma del Mediterráneo, empiece a
‘funcionar’. En el futuro se planea que Israel se conecte a la red
eléctrica europea a través de un cable submarino que atraviese los
territorios de Chipre y Grecia: los respectivos acuerdos ya están
aprobados.
Egipto anunció el pasado mes de abril que
rompía unilateralmente
el acuerdo con Israel sobre los suministros de gas. Acentuó que este
paso se debía solo a causas comerciales y no tenía nada que ver con
la situación política en el país. Demandó, además, que para renovar el contrato su gas debe pagarse según los
precios internacionales del mercado.
Israel, por su parte, declaró que no iba a considerar la
posibilidad de aceptar esta condición y la calificó como una violación
del acuerdo de paz entre los dos estados: los tratados de Camp David de
1978 estipulaban, entre otras cosas, el suministro de gas egipcio con
tarifas beneficiosas. El Estado hebreo precisó, además, que El Cairo
desde hace mucho tiempo no puede garantizar la estabilidad de las
entregas de gas: desde febrero de 2011, la tubería entre ambos países ha
sufrido
atentados en 14 ocasiones.