M. Llamas 2012-05-16
Los griegos llevan meses retirando sus depósitos del sistema financiero
heleno ante la delicada situación económica que sufre el país. Sin
embargo, la retirada de dinero se ha disparado desde las pasadas
elecciones generales del pasado 6 de mayo. En concreto, según admite el
propio presidente de Grecia, Karolos Papoulias, los helenos han retirado cerca de 700 millones de euros desde las elecciones hasta el pasado lunes,
y "la situación empeorará" en los próximos días, explicó Papoulias el
martes a los líderes de los partidos políticos durante sus encuentros
para formar gobierno. De hecho, la emisora Real FM, citando fuentes bancarias, explicó que, a fecha de martes, unos 1.000 millones de euros ya habían sido retirados. Pese a ello, los números bailan: fuentes bancarias consultadas por Financial Times elevan la fuga a los 5.000 millones desde el pasado 6 de mayo (unos 700 millones por día laborable).
La desconfianza hacia la banca griega es total ante la posibilidad cada vez más real de que Grecia, finalmente, abandone la moneda única.
Una salida del euro implicaría una fuerte devaluación monetaria, de
forma que los ahorradores perderían gran parte de su dinero. "La
fortaleza de los bancos es muy débil en este momento", según reconoció
en privado Papoulias en una conversación mantenida con el gobernador del
banco central de Grecia, George Provopoulos. Papoulias advirtió a los líderes políticos del país su temor a que prenda un "pánico" bancario en Grecia.
La retirada de depósitos que se está produciendo desde las elecciones
supera con creces el ritmo constante de fuga de capitales que registra
el país desde el estallido de la crisis de deuda en 2010. El promedio de
retirada de depósitos en los dos últimos años se ha situado entre los 2.000 y 3.000 millones al mes. El pasado enero, sin embargo, esta cuantía se disparó hasta superar los 5.000 millones, y desde las elecciones generales esta desconfianza generalizada no ha dejado de aumentar.
Los últimos datos oficiales disponibles sitúan el volumen total de depósitos de particulares y empresas en poco más de 165.000 millones de euros en marzo. Esta cifra contrasta con los 238.000 millones registrados en septiembre de 2009. Es decir, ya han volado 73.000 millones del sistema financiero, casi el 31% de los depósitos.
La creciente retirada de depósitos y el cierre de par en par del mercado interbancario hacen que los bancos griegos
dependan casi exclusivamente de la financiación del Banco Central
Europeo (BCE) para cubrir sus necesidades de liquidez. El sistema
financiero heleno obtuvo del BCE préstamos por valor de 73.000 millones de euros el pasado enero.
"Lo único que los mantiene vivos es la fe en que algunos ahorradores
aún no han retirado sus depósitos y el hilito de financiación del Banco
Central Europeo (BCE)", advierte Nick Malkoutzis, director de la versión en inglés del diario griego Kathimerini.
Pero esta cifra resulta incluso insuficiente para mantener en pie el sistema financiero de Grecia. Por ello, la banca del país también está siendo financiada por su banco central
a través de un mecanismo de liquidez de emergencia (llamado ELA, por
sus siglas en inglés), dado que el BCE no acepta una parte sustancial de
los activos que las entidades helenas ofrecen como colateral
(garantía).
Estos créditos de emergencia a nivel nacional suman otros 54.000 millones extra.
Los riesgos asociados a estos préstamos son asumidos exclusivamente por
el banco central de Grecia y, en última instancia, por el Estado
heleno, quedando así al margen el resto del Eurosistema. El problema es
que ni siquiera este mecanismo podría garantizar la liquidez del sistema
financiero en caso de que estalle un pánico bancario y los depositantes
acudan en masa a retirar el dinero de sus bancos. Los préstamos ELA no
son ilimitados.
El BCE cierra el grifo
Por si esto fuera poco, el BCE podría haber cortado de forma sustancial el grifo de la liquidez a la banca griega, según informa el diario holandés Financieele Dagblad,
que cita fuentes en Bruselas. El BCE habría restringido notablemente el
acceso por parte de la banca helena a la liquidez suministrada por la
institución ante la debilidad de varias de estas entidades, que dependen así de los fondos que puedan recibir a través del banco central de Grecia. Así, la financiación del BCE, que el pasado enero ascendía a 73.000 millones, se habría reducido ahora a más de la mitad.
La razón fundamental por la que el Guardián del euro habría decidido retirar su apoyo a la banca griega sería los escasos avances registrados en la recapitalización de los bancos griegos. Tras
el proceso de la quita de deuda, que supuso una pérdida media de algo
más de la mitad del valor de los bonos griegos tenidos por los
inversores bancarios, las instituciones financieras esperan como agua de
mayo la inyección de liquidez del Estado. Según el acuerdo con los
prestamistas internacionales (Unión Europea y Fondo Monetario
Internacional), Grecia destinará al menos 50.000 de los 130.000 millones del segundo plan de rescate a la recapitalización de los bancos griegos, informa Efe.
Sin embargo, la convocatoria electoral impidió que el Gobierno saliente
aprobara el plan de recapitalización que, ahora, con la incertidumbre
que provocan las nuevas elecciones, pende de un hilo. "Los griegos todavía no han hecho nada",
señalan las fuentes comunitarias. De hecho, deberá ser el nuevo
Gobierno interino el que apruebe el plan, con el que los bancos esperan
recibir 18.000 millones de euros en los próximos días.
¿Fuera del euro?
Los préstamos de emergencia del BCE no son un mecanismo permanente. Los
bancos centrales de cada país de la zona euro deben obtener cada mes la
autorización del BCE para que sus entidades puedan acudir a su
ventanilla a solicitar dinero. Muchos bancos griegos son tan débiles
(insolventes) que el BCE ha dejado de prestar. Además, el creciente
riesgo de que Atenas decida finalmente abandonar la moneda única está generando una creciente desconfianza en el seno de la institución monetaria,
que habría adoptado ciertas medidas para prevenir esta eventualidad y
minorar así las posibles pérdidas que ello podría suponer a su balance.
El hecho de que los políticos helenos amenacen con incumplir los compromisos acordados en el segundo rescate ha puesto en cuarentena este programa de ayuda. Si Grecia no cumple, los fondos del rescate podrían ser bloqueados y Atenas entraría nuevamente en default (impago), pero esta vez desordenado, lo cual conllevaría la salida de la Unión Monetaria.
"La fiesta se acabó"
En este sentido, el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, advirtió este miércoles que no ve posibilidades de renegociar las condiciones
del paquete de rescate a Grecia e insistió en la necesidad de que
Atenas cumpla con el programa de ajuste para poder contar con la ayuda
de los socios europeos. "El programa se negoció intensamente y con todo
detalle", dijo Schäuble en declaraciones a la emisora alemana Deutschlandfunk.
"Grecia está en una situación difícil, pero es posible ayudarle si
acepta la ayuda y las condiciones", añadió el ministro alemán.
Schäuble insistió además en que no hay un camino fácil para salir de la crisis y en que Grecia necesita un gobierno estable que esté dispuesto a sacar adelante el programa de ahorro. "La fiesta se acabó. Ya hemos sido mucho más complacientes de lo que nunca hemos querido ser", sentencian en Berlín.