En opinión del general Orts, "innovar significa conseguir algo nuevo
que aporte valor añadido al cliente, es decir, que resuelva un
problema”. En lo que a defensa y seguridad se refiere, ese cliente es,
como objetivo último, el soldado que está, por ejemplo, en Afganistán. A
la protección de estos efectivos se dirige la mayor parte de las
investigaciones que se concretan en los sectores de la robótica, la defensa frente a las amenazas NBQ (nuclear, biológica y química), la ciberdenfensa,
la generación de energía, el uso de nuevos materiales y el estudio del
factor humano (situaciones de estrés, mejora del rendimiento, etc).
Otra de las claves sobre la innovación en el campo de la seguridad
tiene que ver con el trabajo dual que se desarrolla en centros como el
ITM y que se traduce en el uso tanto militar como civil de las
tecnologías desarrolladas (sólo entre el 5 y el 8 por ciento de la
tecnología no es dual, entre otras cosas, por cuestiones de seguridad nacional).
Y no sólo de las tecnologías. Porque, tal y como ha explicado el
general Orts, la innovación produce tangibles, pero también procesos,
conceptos y doctrinas. Es justo ese campo de desarrollo y
experimentación de conceptos uno de los que está desarrollando la OTAN
apoyándose en la simulación.
La
necesidad vital de innovar para las Fuerzas Armadas y el carácter
dinámico de las mismas orienta las investigaciones hacia la obtención de
los productos demandados en el campo de operaciones así como de nuevos
sistemas y equipos. Todo ese trabajo va más allá del mero soporte a las
Fuerzas Armadas y, según ha explicado el experto en seguridad y defensa
de la empresa pública ISDEFE (Ingeniería de Sistemas para la Defensa de
España) Carlos Martí, potencia la base industrial nacional
en áreas tecnológicas que, en última instancia, pueden generar
actividades industriales y negocios con importante impacto positivo en
la economía y la competitividad de nuestro país. La innovación en
defensa, de la que se exporta en torno al 65 por ciento, genera además empleo de alta cualificación y se calcula que un puesto de trabajo creado en este sector genera otro en el civil.
Pero la innovación en defensa se encuentra con algunas barreras.
Carlos Martí ha citado la necesidad de personal cualificado y de medios
sofisticados así como la elevada magnitud de los proyectos. También se
encuentra dificultades de financiación —principalmente asumida por los
Ministerios de Industria y Defensa- dado lo incierto, complejo y
arriesgado de la actividad. De ahí la necesidad de diálogo permanente
entre la administración y el sector empresarial.
Y en este terreno ha "impartido doctrina” el ex ministro de Defensa Julián García Vargas,
presidente de TEDAE (Asociación española de Empresas Tecnológicas de
Defensa, Aeronáutica y Espacio). En su opinión hay dos prioridades:
hacer una lista de las capacidades industriales que las que queremos
podemos ser competitivos, y estar muy atentos a la Estrategia Europea de
Defensa aprobada el pasado año. García Vargas, que ha reconocido que al
menos cuatro empresas de su asociación se están viendo afectadas por
los retrasos de la administración en sus obligaciones de pago en
2011, ha subrayado la necesidad de diversificar, exportar y modernizar
para sostener las compañías tecnológicas. El ex ministro ha coincidido
con el general Orts en que el combate urbano será importantísimo
en los próximos años y ha insistido en que el trabajo de innovación en
protección es muy relevante, pero no sólo en protección del soldado sino
también en materia de precisión para reducir el número de las llamadas
"víctimas colaterales” y en protección de los ciudadanos frente al
terrorismo o el narcotráfico armado.
Junto al general Orts, a Carlos Martí y a Julián García Vargas han presentado el estudio "Innovación de Defensa y Seguridad” Juan Mulet, director general de COTEC, y Manuel Zahera, director de promoción de COTEC.