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La historia del estadounidense de 67 años de edad que sobrevivió
comiendo insectos, hojas y agua de riachuelos durante seis días tras
caer en un barranco de un bosque nacional cerca de Los Ángeles trae a
la memoria otros casos de supervivencia en la adversidad. David
LaVau, quien se cayó por un precipicio de 60 metros al tratar de
esquivar a otro auto, fue encontrado por sus familiares, gracias a que
había usado su tarjeta de débito en una tienda cercana al lugar donde
fue encontrado. Había estado seis días perdido, con huesos rotos y un
hombro dislocado. Sabemos que el cuerpo humano puede soportar un nivel de sufrimiento incomprensible. Pero
los casos más excepcionales de supervivencia ponen también en evidencia
la persistencia y durabilidad del espíritu humano y el coraje de
quienes son forzados a experimentar retos extraordinarios. Juliane
Koepcke, 1971: La chica de 17 años y su madre, una zoóloga, viajaban en
un avión a turbohélice desde Lima a un lugar remoto de la selva
amazónica en Perú, donde la nave sufrió el impacto de un rayo. El
fuselaje se rompió en pedazos y Juliane permaneció en su asiento, en
una hilera que quedó intacta. Estuvo inconsciente después de caer más
de dos millas desde el aire. Los otros 91 pasajeros perecieron en
el accidente. Durante los diez días siguientes, mientras sus heridas se
llenaban de larvas, la adolescente deambuló a través del bosque y de
riachuelos infestados de cocodrilos, hasta que finalmente encontró una
choza en un río, donde la rescataron unos leñadores. El cineasta Werner
Herzog estaba registrado en el mismo vuelo, pero a último minuto le
dijeron que no había lugar para él. El equipo amateur de rugby
Old Christians, de Uruguay, 1972: Un avión fletado de la Fuerza Aérea
uruguaya se dirigía a Chile cuando se estrelló en la cordillera de los
Andes, causando la muerte de 12 de las 45 personas a bordo. Atrapados
en una montaña nevada y aislada, otros sucumbieron al poco tiempo
debido a sus heridas, al frío o por inanición, incluídos ocho que
perecieron en una avalancha. Cuando se quedaron sin comida,
algunos de ellos comieron la carne de los muertos, pero uno que se negó
a hacerlo murió de hambre. Los 16 sobrevivientes fueron rescatados 72
días después del accidente, cuando dos de ellos atravesaron la
cordillera durante diez días para buscar ayuda en Chile. Joe
Simpson, 1985: Los montañistas británicos Joe Simpson y Simon Yates
estaban escalando la montaña Siula Grande, de 6,400 metros, en los
Andes peruanos, cuando Simpson, que tenía 25 años, cayó y se rompió la
pierna. Yates, de 21 años, pasó un día tratando de bajar a Simpson con
una soga hasta la base, pero por error terminó bajándolo a un saliente.
Simpson quedó colgado sin poder hacer nada, mientras que Yates comenzó
a resbalar. Cuando Yates cortó la soga para salvar su propia
vida, Simpson cayó al costado de la montaña. Atrapado sin agua ni
comida, lisiado y sufriendo alucinaciones por el dolor, Simpson logró
de todos modos trepar fuera de la grieta y avanzar lentamente a través
de un terreno pedregoso, un glaciar, alrededor de un lago y hasta un
valle rocoso. Tres días y medio después, llegó al campamento.
Posteriormente escribió un libro sobre su terrible experiencia,
Touching the Void, que fue llevado al cine en 2003, ganando varios
premios. Aron Ralston, abril de 2003: Protagonista de la película
de Danny Boyle 127 Hours, Ralston estaba caminando solo por un remoto
cañón en Utah, cuando una roca cayó junto a su brazo y lo atrapó. El
experimentado excursionista, de 27 años, se quedó sin agua tres días
después. Pasaron otros dos días para que advirtiera que su única
posibilidad de supervivencia sería una acción drástica: cortar su
propio brazo. 'Primero fui capaz de partir el radio y, después de
unos minutos, el cúbito a la altura de la muñeca. A partir de ahí,
tenía el cuchillo, apliqué el torniquete y procedí a cortar. El proceso
tomó como una hora', dijo posteriormente. Entonces descendió hasta el
fondo del cañón, donde se encontró con otros excursionistas. Más tarde,
guardaparques usaron un equipo pesado para mover la roca de 363 kilos y
recuperar el brazo de Ralston, que llevaron a una morgue. Colin
Jones, junio de 2003: El minero australiano quedó atrapado una milla y
media bajo tierra en una mina de carbón ubicada en la costa oriental de
Australia, cuando su tractor se volcó en un pozo, aplastando su brazo
contra una pared. Aterrado de que el tractor fuera a explotar antes de
que llegaran a rescatarlo, rogó a un compañero que le amputara el
brazo. Al negarse a hacerlo, lo hizo él mismo con un cuchillo de hoja
corta. Daryl Jane, diciembre de 2006: El residente del estado de
Washington quedó atrapado cuando su Jeep se atoró en la nieve, en un
camino remoto cerca del monte Adams. Jane, de 37 años, racionó su agua,
pasteles de arroz y platanitos. Cuando se le acabó el agua, bebió de
charcos. Después de casi dos semanas, ya había escrito cartas de
despedida a sus seres queridos, cuando lo encontraron rescatistas en
motonieves. A pesar de las bajísimas temperaturas, no sufrió
congelación. Futbolistas
en el Golfo de México, febrero de 2009: Cuatro atletas, incluídos dos
futbolistas estadounidenses, cayeron al agua en el Golfo de México, a
121 kilómetros de la costa, cuando su bote de pesca zozobró. El
bote se volcó cuando su propietario disparó al motor, en un esfuerzo
por liberar un ancla atorada. Al principio, los hombres permanecieron
en calma, incluso cuando anocheció y se acercaba una tormenta, y se
aferraron al casco volteado. Después de casi dos días, y en olas de
hasta cuatro metros y medio, comenzaron a temblar violentamente y
alucinar, mientras uno por uno sucumbían al delirio, la hipotermia y el
agotamiento. Sólo sobrevivió Nick Schuyler, un entrenador personal. Jamie
Neale, julio de 2009: El excursionista británico de 19 años estuvo
perdido 12 días en las Montañas Azules de Australia, al oeste de Sydney. Dijo
a las autoridades que se desorientó y se apartó de la ruta. Entonces,
se esforzó por sobrevivir cuando los helicópteros dejaron de volar
sobre el lugar. Sobrevivió en parte al abrigarse con cortezas de árbol,
y fue rescatado cuando dos soldados que caminaban por el bosque
escucharon sus llamados pidiendo ayuda. Amos Wayne Richards,
septiembre de 2011: Richards, de 64 años, se rompió la pierna y se
dislocó un hombro al caer mientras caminaba solo en un desierto de
Utah. Con sólo dos barritas de proteína para comer, Richards ajustó su
hombro y comenzó a arrastrarse a través del terreno hacia su auto. Juntó
agua de lluvia en una botella y se las arregló para avanzar muy
lentamente cinco millas. Después de cuatro días, lo descubrieron unos
rescatistas que lo buscaban en helicóptero, quienes le trataron la
lesión en la pierna y la deshidratación. Jin
Abe y Sumi Abe, marzo de 2011: Sumi Abe y su nieto Jin Abe quedaron
atrapados debajo de su casa cuando el tsunami del 11 de marzo arrasó
con su vecindario en Ishinomaki, a lo largo de la costa nororiental de
Japón. Después de nueve días, el adolescente pudo por fin avanzar
a través de un hueco entre los escombros. Sobrevivieron comiendo yogurt
y otros bocados del refrigerador y fueron rescatados con síntomas de
hipotermia. |