Tokio, 6 sep (EFE).- Un grupo de
científicos japoneses alertó hoy del enorme incremento de la presión en
la cámara de magma del Monte Fuji, el volcán emblemático de Japón
situado en el centro del país, tras el gran terremoto de marzo de 2011,
lo que podría provocar una erupción.
El equipo,
del Instituto japonés de Investigación para Geología y Prevención de
Desastres, determinó que el seísmo de 9 grados Richter del 11 de marzo y
el que se produjo cuatro días después, de 6,4 grados y que afectó al
centro del archipiélago, aumentaron las posibilidades de erupción del
volcán Fuji.
No obstante, según la agencia local
Kyodo, los investigadores detallaron que el aumento de la presión de la
cámara de magma no es el único factor que puede causar una erupción y
que, hasta el momento, no se han detectado signos de este tipo de
actividad en el Fuji, situado a unos 100 kilómetros al oeste de la
capital, Tokio.
La última erupción del Fuji se
remonta a 1707 y tuvo lugar poco después de que un terremoto afectara la
zona y provocara un aumento de la presión, aunque en menor medida que
en el terremoto de marzo del año pasado, señalaron los investigadores,
que añadieron que algunas erupciones se producen años después de los
seísmos.
Basándose en el movimiento de las placas
tectónicas producido por los dos terremotos de marzo, los científicos
estiman que la cámara de magma, situada a unos 15 kilómetros en el
subsuelo, registra 1,6 megapascales de presión, el equivalente a una
presión atmosférica de 15,8 kilos por centímetro cuadrado.
En
otros casos, 0,1 megapascales de presión han sido suficientes para
provocar una erupción y, aunque las condiciones en las distintas cámaras
de magma varían, la lectura de presión del volcán "no es una cifra
pequeña", señaló Eisuke Fujita, uno de los miembros del equipo, en
declaraciones a Kyodo.
En 2004 el Gobierno nipón
estimó que en el caso de producirse una erupción del Fuji, el coste
económico de los daños sería cercano a los 2,5 billones de yenes (unos
25.300 millones de euros).
El Monte Fuji, que con
sus 3.776 metros es el más alto y venerado del país, es un volcán
durmiente considerado sagrado por los japoneses y cada verano, cuando se
libera de nieve, miles de personas acostumbran a peregrinar hasta su
cima. EFE