La radiactividad que se produjo en marzo de 2011 como consecuencia
del accidente en la central nuclear de Fukushima en Japón llegó a
Tenerife pero no supuso riesgo alguno para la salud pública, ha
explicado José Hernández Armas, director del Laboratorio de
Radiactividad Ambiental de Canarias.
Tras producirse el 'tsunami' y posterior accidente en la central de
Fukushima, Hernández y Emilio Cuevas (de la Agencia Estatal de
Meteorología (Aemet), dirigió un trabajo de investigación para analizar
la radiactividad que pudiera llegar por el aire a Canarias, a 300 y a
2.400 metros de altitud sobre el nivel del mar. Esos niveles de altitud
se dan en la isla de Tenerife en un rango de unos 40 kilómetros de
distancia por carretera.
Para llevar a cabo el trabajo, con medidas simultáneas de
radiactividad en aire a 300 metros de altitud (laboratorio de la
Universidad de Medicina), y en el Centro de Investigación Atmosférica,
(en Izaña, El Teide) a 2.400 metros, se colocaron en ambos sitios bombas de succión de aire
para establecer si la radiactividad que salía de Japón alcanzaba a
Canarias moviéndose con el aire de las capas bajas o las altas de la
atmósfera.
Hernández, catedrático de Física Médica de la Universidad de La Laguna, ha comentado que fue necesario actuar deprisa debido a que los valores detectados de yodo y cesio radiactivos en el aire se habían incrementado después del accidente en relación con los valores promedios medidos en el laboratorio durante muchos años.
Pero ese aumento no conlleva peligro para la salud pública,
debido a que los niveles promedio detectados de yodo 131 y de cesio 137
y 134 eran muy bajos antes de producirse el accidente nuclear y, a
pesar del incremento, se estuvo muy lejos de los valores reconocidos
para originar daños a la salud humana, ha añadido Hernández, que también
es jefe de Protección Radiológica del Hospital Universitario de
Canarias (HUC).
También ha manifestado que, tras esas observaciones, la Aemet efectuó simulaciones
de cómo se había movido la masa de aire desde Fukushima hasta Canarias,
y se confirmó que el aporte principal de la radiactividad había llegado
por las capas bajas de la atmósfera ya que las medidas de isótopos
radiactivos en el laboratorio fueron siempre mayores que en Izaña en más
de un 25 por ciento.
La nube que transportó el material radiactivo desde Japón llegó primero a las costas de Estados Unidos
y tras cruzar el Atlántico, al acercarse al continente europeo se
bifurcó, de forma que una parte llegó a Europa continental y otra se
dirigió hacia la zona geográfica en la que está Canarias, comentó
Hernández.