El desastre de la central atómica de Fukushima tras el
terremoto del 11 de marzo se debió a una serie de terribles
coincidencias. Sin embargo, si los propietarios de la planta se hubieran
mostrado más celosos con las medidas de seguridad, se hubieran podido
reducir las posibilidades de llegar a sufrir una catástrofe que ya ha
supuesto que más de 100.000 personas hayan abandonado sus hogares.
Los
responsables de la compañía Tepco tuvieron sobre su mesa un estudio que
alertaba del riesgo de que un tsunami de hasta 15,7 metros de altura
golpeara la central y que recomendaba que se alzara el muro defensivo
que protege sus instalaciones. Tepco ignoró este informe interno de
2008, que consideraba escaso el dique de diez metros de alto que resguardaba Fukushima, por considerarlo "poco realista".
El
seísmo lanzó una ola de 15 metros contra la costa en la que se ubica la
instalación nuclear, desmantelando sus sistemas de seguridad. El agua
inutilizó los generadores de emergencia y la planta se quedó sin
alimentación eléctrica para mantener en marcha los sistemas de
refrigeración del núcleo de los reactores, que terminaron por fundirse
provocando el mayor accidente atómico desde Chernóbil.
Antes de
que se realizara este estudio, que ha hecho público la propia compañía,
Tepco consideraba que el mayor tsunami que se podía sufrir en la zona
era uno de 5,7 metros de altura. Esos cálculos se hicieron en la década de los setenta.
Fuentes de la compañía reconocen ahora que la central habría podido
defenderse del tsunami de haberse tenido en cuenta las recomendaciones
del informe, según la agencia de noticias Kyodo.
Este trabajo lo
realizó un departamento creado expresamente por Tepco en 2007 para
revisar la seguridad de sus instalaciones, y que hasta junio del año
pasado estuvo dirigido por el jefe de la central de Fukushima, Masao
Yoshida, ahora retirado por enfermedad.
El Gobierno elevó ayer el
riesgo de que la costa este de Japón sea golpeada por un gran tsunami
en los próximos 30 años del 20% al 30%, siguiendo la recomendación del
Comité de Estudio de la Sismicidad. Según este comité, un terremoto de
magnitud 8 podría desatar un tsunami de hasta 38 metros, como el que
golpeó Japón en 1896 y causó la muerte de más de 20.000 personas.