Normalmente, el estómago da señales de insatisfacción después de
algunas horas sin recibir alimentos. De esa manera, es difícil imaginar
que alguien pueda aguantar hasta un mes sin comer. Según expertos, ese
es el período aproximado que el cuerpo puede aguantar sin ingerir
alimentos. Existen varios relatos de personas que, por opción o
accidente, afrontaron un ayuno prolongado y sobrevivieron para contar
sus historias. El récord oficial es de más de 50 días.
Para la endocrinóloga Rosana Radominski, presidente del departamento de
Obesidad de la Sociedad Brasileña de Endocrinología y Metabología
(SBEM), la supervivencia sin alimentos varía según el estado de
nutrición del individuo. "Tras cuatro días, una persona de peso normal
ya empieza a debilitarse si pasa en ayuno”, explica la doctora.
Otro especialista, el nutricionista Gabriel de Carvalho, director del
Instituto de Nutrición Avanzada, dice que la reserva de energía que cada
uno posee es importante para sobrevivir. "Una persona con exceso de
grasa corporal necesitará inicialmente apenas de agua, mientras una
persona delgada agotará su energía para sus funciones celulares mucho
antes y, aún tomando agua, morirá antes”, explica.
Huelga de hambre: sin comida por opción
La huelga de hambre es una de las principales estrategias de
resistencia pacífica utilizada por prisioneros políticos, líderes
religiosos y activistas de todo el mundo. Uno de los casos más conocidos
es el del famoso líder político Mahatma Gandhi. En mayo de 1933, llevó a
cabo una huelga de hambre como protesta contra la opresión británica en
India. Gandhi permaneció 21 días sin comer, bebiendo apenas algunos
tragos de agua.
En 1998, el activista Barry Horne, cumpliendo pena de 18 años por
instalar dispositivos incendiarios en tiendas que vendían sacos de piel,
llevó a cabo su tercera huelga de hambre. Tras 49 días sin comer, Horne
fue llevado al hospital. Su huelga le causó daños irreversibles en los
riñones y tuvo problemas de visión. En 2011, durante su cuarta protesta
de este tipo, falleció a causa de una insuficiencia hepática.
Los especialistas explican que, después de un largo período sin recibir
alimentos, el cuerpo presenta síntomas de desnutrición, como delgadez,
hipotensión y pérdida de electrólitos, lo que causa arritmias cardíacas,
reducción de proteínas y disminución del tamaño de los órganos –
incluyendo el cerebro – torpor y, finalmente, muerte.
Cuando comer no es opción
Pasar sin comer, no obstante, no siempre es una forma de protesta. A
fines de 1991, el estudiante de medicina James Scott viajó a Australia
hacia el Nepal para una caminata en la cordillera Himalaya. Tras una
tormenta, el joven de 22 años se perdió y durante 43 días sobrevivió
alimentándose de bolas de nieve derretidas y de una oruga. Su
positivismo y rutina disciplinada lo convirtieron en el protagonista de
unos de los más impresionantes relatos de sobrevivencia ya publicados.
En su libro "Lost in the Himalayas”, Scott cuenta que tras 20 días sin
alimentarse ya no sentía hambre pese a que soñaba con comida. "La
persona pierde el apetito porque entra en un estado de producción
excesiva de cetonas por metabolismo de grasas”, aclara Radominski.
Temperatura
El clima es otro factor importante que puede influir en la
supervivencia sin alimentos. El calor deshidrata el cuerpo rápidamente,
mientras que el frío lo obliga a usar energía acumulada para mantener su
temperatura. Por lo tanto, las chances de sobrevivir en temperaturas
agradables son mayores.
El caso de un sueco que pasó dos meses en su coche a causa de una
tormenta de nieve es un ejemplo. El hombre de 45 años de identidad no
revelada enfrentó temperaturas inferiores a -30°. Al ser encontrado, él
relató haberse alimentado apenas con nieve derretida. Los médicos creen
que el hombre entró en una especie de hibernación, con gasto mínimo de
energía.
Los expertos alertan que el líquido es vital para vivir, pues el agua
carga todos los nutrientes hasta las células y es esencial para regular
la temperatura del cuerpo, ayudando a enfriarlo.
Récords
El ilusionista estadounidense David Blaine pensó en renunciar su
desafío de ayunar durante 44 días dentro de una caja cuando amenazaron
con cortarle el suplemento de agua. Blaine consiguió soportar el tiempo
determinado y salió de su jaula ubicada sobre el río Támesis, en
Londres, el 19 de octubre de 2003, emocionalmente afectado, 30% más
delgado y recordista mundial, según el Libro Guiness de los Récords. Dos
años después, otro ilusionista, el brasileño Erikson Leif, pasó 51
días, 22 horas y 30 minutos sin comer dentro de una cabina de vidrio.
Leif empezó el desafío pesando 103kg y lo finalizó con casi 30 kg
menos, con 78,5. Leif logró asumir el récord oficial de ayuno más
prolongado, hasta entonces firmado por Blaine.
Desafío a la medicina
Otra historia sorprendente es la del japonés Mitsutaka Uchikoshi, de 35
años, que sobrevivió tras pasar 24 días sin comer ni beber al perderse
en el monte Rokko, en Japón. Según relatos, Uchikoshi se acostó en un
área cubierta de hierba tras perderse de sus amigos y permaneció allí
durante 24 días, hasta el momento de su rescate. El estado del
sobreviviente al ser encontrado era asustador: no tenía frecuencia
cardíaca, sus órganos habían dejado de funcionar y su temperatura
corporal llegaba a 22°C. Los médicos creen que Uchikoshi entró en una
etapa precoz de hipotermia.
Las historias que desafían a la medicina demuestran la fuerza del
instinto de supervivencia humana. Los médicos destacan que las ganas de
vivir y el equilibrio emocional pueden ayudar al cuerpo a adaptarse a
las dificultades en un periodo inicial. Sin embargo, para prolongar la
vida en caso de accidentes, los expertos recomiendan evitar exponerse a
altas temperaturas, moverse apenas lo necesario para ahorrar calorías y
buscar fuentes de agua dulce y comida.