Tras comprobar que la actividad solar está aumentando a pasos agigantados, los científicos e ingenieros están alerta para evitar la destrucción de los satélites situados en la órbita terrestre. Varios estudios han puesto de manifiesto que estos satélites de comunicación son lo suficientemente resistentes a explosiones solares, pero no a las tormentas de gran fuerza que se esperan para próximos meses.
Expertos en diferentes áreas relacionadas con la geofísica han estado practicando con simulaciones por ordenador para comprobar el nivel de energía que acumularía la atmósfera terrestre en caso de que el planeta recibiera una de estas tormentas solares. Los resultados hablan por sí solos: la superficie de la Tierra se llenaría de electrones con un nivel de aceleración cercano a la velocidad de la luz.
Estos electrones impedirían la labor de los satélites de comunicación, que fallarían sin que nadie pudiera arreglarlo. Además, tras sufrir una tormenta solar se acortaría la vida del aparato en órbita.
CINTURONES DE VAN ALLEN
Ya en otras ocasiones se han notado fallos en los satélites tras pequeñas tormentas, pero se espera que estos extraños sucesos solares vayan en aumento, no tanto de frecuencia pero sí de intensidad.
Los millones de partículas que forman estas supertormentas atravesarían los conocidos como ‘cinturones de Van Allen’, dos anillos en los que se centran todas las partículas que rodean la Tierra, y las ondas electromagnéticas se encargarían de acelerar todos los electrones que ahí se acumulan.
Los científicos creen que los cinturones de Van Allen tardarían años en recuperar la normalidad, lo
que empeoraría la recuperación en el funcionamiento de todos los
satélites terrestres que se encuentran cerca de esa zona convulsa.
Pocas han sido las tormentas solares que han rozado la Tierra, pero los expertos prefieren ser precavidos. No sucede casi nunca, pero puede pasar en cualquier momento, vienen a decir desde Los Ángeles, California (EE.UU).