http://www.lavanguardia.com/ciencia/20121128/54355926959/los-planetas-podrian-influir-en-la-actividad-magnetica-del-sol.html
"Nuestro estudio podría contribuir a entender mejor los
intervalos de tiempo en los que el Sol no presenta manchas", dice el
físico Ferriz-Mas, miembro del equipo que ha efectuado este hallazgo
descarga aqui el documento cientifico original en ingles.
Es conocido que el Sol presenta un ciclo de once años,
a lo largo del cual su actividad magnética (que se manifiesta en forma
de manchas, explosiones que liberan energía y eyecciones de materia al
espacio interplanetario) varía entre un mínimo y un máximo. Pero, además
de este ciclo de once años, basado en el número de manchas que aparecen
en la superficie del Sol, también se ha observado la existencia de otros ciclos de actividad magnética con periodos más largos de 88, 104, 150, 208 y 506 años.
Ahora un grupo de físicos, entre los que se encuentra Antonio Ferriz-Mas,
miembro del Grupo de Física Solar del Instituto de Astrofísica de
Andalucía (IAA-CSIC) y profesor titular en la Universidad de Vigo, ha
encontrado una coincidencia excelente entre los ciclos de periodo largo de actividad solar y los efectos de marea debidos a los planetas. Los resultados aparecen este miércoles destacados en la versión digital de la revista Astronomy & Astrophysics.
Se trata, cabe remarcarlo, de un artículo atrevido porque
intenta contrarrestar la concepción clásica de que lo que ocurre en el
interior del Sol lo determina exclusivamente el propio Sol.
"Nosotros no decimos que el periodo de las manchas de once años del Sol
las cause Júpiter. De hecho, nadie sabe por qué el periodo de las
manchas tiene 11 años", dice a LaVanguardia.com Ferriz-Mas.
"Nuestro estudio se refiere a la modulación de la actividad magnética
solar a largo plazo (como, por ejemplo, la aparición de los llamados
Mínimos de Maunder)", añade.
Los Mínimos de Maunder son
prolongados intervalos de tiempo en los que el Sol, prácticamente, no
presenta manchas. Poco después de que Galileo Galilei observara las manchas solares,
éstas dejaron de apreciarse. En concreto, entre aproximadamente 1645 y
1715 (Galileo murió en 1642) apenas se detectaron manchas solares. Eso
coincidió -con un pequeño desfase temporal- con un periodo de
enfriamiento de la Tierra (al menos en el hemisferio norte) que se
conoce como la pequeña edad de hielo.
Esta pequeña edad de hielo
comenzó poco después de que dejara de haber manchas. "Pero no dejó de
haberlas durante un mes o dos, sino alrededor de 75 años. Y esos
periodos de ausencia de manchas de entre 75 y 100 años o más es lo que
se denomina Mínimos de Maunder", aclara este profesor de Física de la
Universidad de Vigo. "Nuestro estudio podría contribuir a entender mejor
los Mínimos de Maunder y la distribución temporal de éstos", añade.
Este equipo internacional (Suiza, España y Australia) ha reconstruido
minuciosamente la actividad magnética solar de los últimos diez mil años
analizando para ello la concentración de isótopos cosmogénicos (los
isótopos berilio-10 y carbono-14) en testigos de hielo de la Antártida y
de Groenlandia. La serie temporal obtenida muestra unas periodicidades,
aparte del conocido ciclo solar de once años, para las cuales no
existía hasta ahora ninguna explicación en el marco de la teoría dinamo (es decir, la teoría que intenta dar cuenta de cómo se generan los campos magnéticos solares y estelares).
La capa donde se almacena el flujo magnético
El Sol no rota rígidamente, sino que posee una rotación diferencial en
latitud y en profundidad; en particular, las regiones en el ecuador
rotan más rápido que las de los polos. Pero esta rotación diferencial se
da tan solo en el 30% más externo del Sol, en la llamada zona de
convección. Bajo esta zona se encuentra la zona radiativa, en la que la
energía se transporta por radiación (fotones) y donde la rotación es
casi rígida.
Justo entre las zonas convectiva y radiativa existe una delgada capa, la tacoclina,
donde se produce una transición muy marcada entre ambas zonas. Esta
capa es crucial para el almacenamiento y amplificación del campo magnético solar,
puesto que en ella se localizarían inicialmente los intensos tubos de
flujo magnético que en algún momento originarán las manchas solares que
se observan en la superficie.
Si la tacoclina
estuviera un poco achatada y se desviase ligeramente de la simetría
axial -por ejemplo, porque rotase alrededor de un eje ligeramente
inclinado con respecto al eje de rotación del Sol-, los planetas podrían
ejercer pares de fuerzas sobre la tacoclina por efecto marea (similar
al que la Luna ejerce sobre los océanos terrestres). El efecto de marea,
aunque pequeño, y hasta ahora despreciado, podría ser suficiente para
afectar la capacidad de la tacoclina para almacenar los tubos de flujo
magnético, precursores de las manchas.
El efecto de los
planetas, a través de las fuerzas de marea, podría modificar ligeramente
la estabilidad de la estratificación del gas en la tacoclina. "Esta
modificación podría ser de una parte en 10.000 a una parte en 100.000.
Es como si a una persona que tiene 100.000 euros le quitamos uno, no se
da cuenta. Pues esta modificación tan pequeña podría ser suficiente para
modificar la capacidad de almacenamiento de tubos de flujo magnético
dentro de esa capa", relata Ferriz-Mas.
Muchos científicos suponen, desde los años 80, que las manchas
solares son simplemente grandes tubos de flujo magnético que ascienden
desde esa tacoclina hasta la superficie del Sol, atravesando unos
200.000 km de zona convectiva.
"Si la estabilidad de la
estratificación del gas en la tacoclina fuese distinta, esos tubos,
cuando entraran en la zona de convección para ascender, serían demasiado
débiles. Eso quiere decir que la convección los destrozaría por el
camino y a la superficie sólo llegaría campo magnético difuso, no
estructurado en manchas", argumenta este científico.
Este grupo
de físicos supone que cuando hay un Mínimo de Maunder no significa que
no llegue campo magnético a la superficie, sino que ese campo no llega
en forma de manchas. "El origen de todo está en la tacoclina", señala
Ferriz-Mas. "Si no hay en esta capa solar tubos de flujo del orden de
100.000 Gauss que entren en la zona de convección y empiecen a ascender,
no hay manchas", agrega.
"El campo magnético en la superficie
terrestre, que ponemos de manifiesto con una brújula, puede tener una
intensidad de entre 0,25 y 0,65 Gauss. Si los tubos de flujo no llegan a
alcanzar los aproximadamente 100.000 Gauss, porque la estabilidad de la
estratificación del gas en la tacoclina ha sido perturbada por el
efecto de marea de los planetas, entonces éstos no mantendrían su
identidad al atravesar la zona de convección y no podrían llegar a la
superficie en forma de estructura coherente que diese lugar a manchas
solares", explica Ferriz- Mas.
Si todo lo relatado aquí se
cumpliera, deberían encontrarse los mismos periodos en la actividad
solar que en el torque [fuerza que se le ejerce a algo para hacerlo
girar] ejercido por los planetas, como precisamente ha descubierto el
equipo en el que participa el investigador Antonio Ferriz-Mas
(IAA-CSIC).
Como indican los doctores J. A. Abreu y J. Beer del ETH de Zurich
(Instituto Politécnico Federal), coautores del artículo, la influencia
de los planetas sobre el magnetismo solar a larga escala temporal es una
hipótesis interesante, que daría una explicación natural a los periodos
de entre ochenta y ocho y dos mil doscientos años presentes en el
registro de la actividad magnética solar. Si esto fuese así, este
estudio puede tener implicaciones muy importantes para entender mejor
cómo funciona el Sol y, en particular, la actividad magnética solar. |