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MADRID, 26 Oct. (EUROPA PRESS) -
El cuarteto de satélites de la ESA dedicado
al estudio de la magnetosfera terrestre, Clúster, ha descubierto que
nuestra burbuja protectora deja pasar el viento solar en un mayor rango
de condiciones de lo que se pensaba.
El campo magnético terrestre es la primera línea de defensa de
nuestro planeta ante el bombardeo del viento solar, una corriente de
plasma expulsada por el Sol que viaja a través del Sistema Solar
arrastrando su propio campo magnético.
En función de cómo esté alineado el campo magnético
interplanetario (IMF) del viento solar con el campo magnético terrestre,
se producen distintos fenómenos en las inmediaciones de nuestro
planeta.
Uno de los procesos mejor conocidos es la reconexión magnética,
que se produce cuando líneas de campo que apuntan en direcciones
opuestas se abren de forma espontánea y se reconectan con otras líneas
cercanas. Esto expulsa su carga de plasma hacia la magnetosfera, dejando
la puerta abierta para que el viento solar alcance la Tierra.
Bajo ciertas circunstancias esto puede influir en la 'meteorología
espacial', generando espectaculares auroras, interrumpiendo las señales
de GPS o afectando a los sistemas eléctricos en tierra.
En el año 2006 Clúster realizó un sorprendente descubrimiento:
unos enormes remolinos de plasma que se extendían a lo largo de más de
40.000 kilómetros en el límite de la magnetosfera - la magnetopausa.
Estos remolinos dejaban pasar el viento solar incluso cuando el campo
magnético terrestre y el IMF estaban alineados.
Estos remolinos se encontraban a latitudes ecuatoriales, donde la alineación entre los dos campos magnéticos es mayor.
Estos vórtices están regulados por el proceso conocido como efecto
Kelvin-Helmholtz (KH), que se produce en la naturaleza cuando hay un
gradiente de velocidad en la interfaz entre dos flujos adyacentes.
Este fenómeno es el responsable de la formación de olas bajo la
acción del viento que sopla sobre la superficie del mar, o de las nubes
en la atmósfera.
El análisis de los datos recogidos por Clúster revela que las
inestabilidades KH se pueden producir en otras regiones de la
magnetopausa, y en distintas configuraciones del IMF, constituyendo un
mecanismo que permite el transporte continuo de viento solar hacia el
interior de la magnetosfera terrestre.
"Descubrimos que cuando el campo magnético interplanetario llega
en dirección este u oeste, la mayor parte de la capa límite de la
magnetosfera a altas latitudes experimenta inestabilidades KH. Estas
regiones están bastante alejadas de donde se había observado este
fenómeno antes", explica Kyoung-Joo Hwang, del Centro Goddard de la NASA
y autor principal del artículo que presenta estos resultados en el
Journal of Geophysical Research.
"De hecho, resulta difícil imaginar una situación en la que el
plasma del viento solar no pueda filtrarse en la magnetosfera, ya que no
es una burbuja magnética perfecta".
Estos resultados confirman las predicciones teóricas y están de
acuerdo con las simulaciones realizadas por los autores de este estudio.
"El viento solar puede entrar en la magnetosfera en un rango de
ubicaciones y condiciones que no conocíamos hasta ahora", añade Melvyn
Goldstein, también del Centro Goddard de la NASA y coautor de esta
publicación.
"Todo esto sugiere que la magnetopausa actúa como una especie de
'colador' que permite que el viento solar se filtre de forma continua
hacia la magnetosfera".
Las inestabilidades KH también se han detectado en las
magnetosferas de Mercurio y de Saturno. Según este estudio, en estos
planetas también podrían constituir un mecanismo de transporte continuo
de viento solar hacia sus respectivas magnetosferas.
"Las observaciones de Clúster nos ayudan a comprender mejor el
comportamiento del viento solar y su interacción con la magnetosfera,
que es la clave para el estudio de la meteorología espacial", explica
Matt Taylor, científico del proyecto Clúster para la ESA.
"En este caso, la (relativamente) poca separación entre los cuatro
satélites de Clúster mientras cruzaban la magnetopausa diurna a altas
latitudes nos ha permitido echar una mirada microscópica al proceso que
rasga la magnetopausa, dejando pasar a las partículas procedentes del
Sol". |