La mano del hombre, a través de la explotación de la capa freática, contribuyó a que se desencadenara el devastador seísmo que asoló la localidad murciana de Lorca en mayo del pasado año, y también en la magnitud del terremoto.
Al menos así lo recoge un estudio publicado en «Nature Geoscience» en el que un equipo de científicos liderado por el español Pablo González, del departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Ontario Occidental (Canadá), analizó por satélite la deformación del terreno causada por el temblor y recrear en una simulación el movimiento de la falla.
Los expertos concluyen que la pérdida de agua por la progresiva extracción subterránea para el suministro doméstico perturbó la corteza terrestre de la falla. Esto, afirman, fue suficiente para provocar una fractura en la roca, lo que a su vez indujo el terremoto, que tuvo una magnitud de 5,1 grados y causó también más de 300 heridos y graves destrozos en el pueblo murciano.
Los expertos comprobaron que la pauta del movimiento de la falla guarda correlación con los cambios en la corteza terrestre causados por un descenso de 250 metros del nivel de agua natural subterránea por las extracciones desde los años 60.
Esta correlación, sostienen, implica que los cambios en el terreno inducidos por la acción humana «contribuyeron a causar el terremoto de Lorca y también influyeron en el alcance de la ruptura de la falla», lo que determinó la magnitud del seísmo ocurrido el 11 de mayo.
Una explicación plausible
«Concluimos que los datos presentados y los resultados del modelo son consistentes con un proceso de descarga de agua subterránea de la corteza, lo que proporciona una explicación plausible para la pauta de movimiento observada en la falla», escriben los científicos, según recoge Efe. Esto confirma que «las actividades antropogénicas pueden influir en cómo y cuándo ocurren los terremotos», aseveran.
En un artículo paralelo, Jean-Philippe Avouac, profesor en el California Institute of Technology de Pasadena (EEUU), advierte de que «hay que permanecer alerta a las perturbaciones causadas por la acción humana», ya que «sabemos como iniciar terremotos, pero aún estamos lejos de saber cómo controlarlos».