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Durante la excavación arqueológica de 1998 en la calle Méndez Núñez nº 7
y 8 de Huelva, (M.N.E.A.U.H.98.I), además de obtener gran cantidad de
cerámicas traídas a Huelva-Onoba por los comerciantes fenicios y
griegos, así como de otros muchos objetos de época tartéssica,
aparecieron una serie de estructuras pétreas que constituían los
cimientos de varios edificios de diversa índole, entre los que destacaba
uno singular de planta trapezoidal, posible santuario con su
correspondiente témenos.
El conjunto de las estructuras conllevaba tres fases de construcción y habitación.
Desde un primer momento el equipo de excavación, dirigido por Manuel
Osuna, y del que fui codirector, sospechó que algunos muros de gran
solidez habían sido derribados o desviados por fuerzas naturales ajenas a
cualquier tipo de intervención humana.
Avanzados los trabajos de excavación, iban apareciendo conchas de
moluscos marinos que respondían a tres tipos diferentes: los
conceptuados como fósiles procedentes de los cabezos onubenses,
claramente datados en el Mio-Plioceno, con 2 o 3 millones de años de
antigüedad, arrastrados por los sucesivos aluviones desde su origen, los
cabezos, hasta las zonas bajas de la ciudad; los que habían sido
consumidos por los habitantes de la zona, tales como almejas, mejillones
y navajas, que en algunos casos se conservaban en recipientes de barro
cocido, y, por último, verdaderas acumulaciones de otros moluscos nada
habituales en la línea de costa y que los especialistas opinaron que
procedían de fondos marinos de mayor profundidad, o sea, de alta mar.
Pero había un factor más a tener en cuenta, y este era el abandono
precipitado de un horno de mata cuyo metal, cobre en este caso, no había
solidificado en su debido tiempo, y además enfriado instantáneamente,
por lo que no pudo ser aprovechado.
Después de no pocas reflexiones y ante la evidencia de una pruebas
bastante convincentes, llegamos a la conclusión, no sin dudas como es
lógico, de que en un momento determinado del siglo VII a.C. tuvo que
ocurrir un terremoto de gran intensidad, al que siguió un tsunami. Si
fechamos dicho evento en tal siglo, no es sino por las cerámicas que
ocupaban los dos niveles donde aparecían las referidas cimentaciones y
los montones de conchas que los ocupaban.
El santuario, edificio al que le prestamos toda nuestra atención, fue
remodelado más tarde, en el siglo VI a.C. después de un largo periodo de
abandono.
El muro más afectado, que se desplomó por completo y estaba desalineado,
estructura E.T. 311, cercano a la entrada primitiva del santuario, que
fue bautizado como muro terremoto.
La línea de mareas en aquellos momentos estaba aproximadamente por las
actuales calles Mora Claros, Concepción, Palacio, Pérez Carasa y
Berdigón, según la estratigrafía que conocemos hasta ahora, y el
estuario del Tinto-Odiel era mucho más amplio, prácticamente una bahía, y
directamente comunicado con el mar, por lo que los efectos del tsunami
tuvieron que ser muy superiores a los del terremoto de Lisboa de 1755.
Si en éste los muertos por el terremoto en la capital fueron 8 y el de
ahogados 66 (datos del Archivo Histórico Nacional, legajo 3183-1º)
pensamos que el número de víctimas de aquél sería evidentemente mucho
mayor, sin posibilidad alguna de saber ni siquiera una cifra aproximada.
La teoría de un seísmo y posterior tsunami fue presentada en las Actes de la Taula Rodona celebrada en Ampurias los días 26 al 28 de mayo de 1999 acompañando la exposición de mis colegas un extracto de la excavación.
No tenemos noticias de grandes terremotos y tsunamis de esta etapa tartéssica, salvo una
posible vinculación que pudiera existir entre la desaparición de
Tartessos en el 550 a.C. con un tsunami que tuvo lugar aquel año. (Diario Odiel, Huelva, 26 de febrero de 2007, con firmas de tres profesores de la U.H.U.)
En el plano adjunto, que corresponde al área de la excavación donde se
ubicaba el santuario, muy cerca de la calle Méndez Núñez en dirección a
La Palmera, hemos hecho distinción de las diferentes estructuras del
edificio:
A) Zona de las estructuras más afectadas, E 311 a y b, totalmente destruidas.
B) Antesala de la primitiva entrada del santuario.
C) Entrada practicada después del abandono.
D) Ara o altar de ofrendas.
E) Muro trasero de la sacristía de la Inmaculada Concepción.
F) Posible dirección de las olas del tsunami.
G) Espacio público y témenos.
El edificio fue desmontado y trasladado piedra a piedra al Museo de
Huelva, previo dibujos y fotografías de cada una de sus partes al objeto
de ser reconstruido en su momento, misión que no se llevó a cabo por
razones ajenas a nuestra voluntad.
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