Los reactores nucleares BWE/2-5, de agua en ebullición, como el de la
central burgalesa de Garoña, son susceptibles de un problema de
fricción en las barras de control que influiría en la seguridad en caso
de terremoto, según explica en un informe General Electric (GE), la
empresa encargada de fabricar el citado modelo de reactor.
Según informó ayer la agencia Efe, el documento de GE detalla que el
problema vinculado a los reactores BWE/2 consiste en que se produce una
interferencia o fricción de las barras de control con los canales de
combustible cuando estos van a hacer sus funciones de absorber los
neutrones y parar la reacción nuclear, que podría agravarse en caso de
terremoto.
El fallo ha sido notificado por GE al consejo de seguridad nuclear
americano (NRC en sus siglas en inglés) y a las empresas que operan las
centrales de este tipo de diseño, entre las que figura la planta
energética de Garoña, cuya empresa gestora, Nuclenor, confirmó ayer
haber recibido el aviso de la eléctrica el pasado mes de septiembre,
hace cinco meses.
La notificación de GE ha suscitado diferentes reacciones en Estados
Unidos, donde organizaciones como la Union of Concerned Scientists (UCS)
se han encargado de analizar los detalles del informe elaborado por la
empresa norteamericana.
Tras prestar especial atención al fallo revelado por General
Electric, UCS concluyó que la «deficiencia» detectada por la empresa
podría desencadenar una situación «preocupante» de producirse «un
terremoto ordinario en circunstancias normales de funcionamiento del
reactor nuclear». En este sentido, la UCS incidió en que «si falla la
inserción de las barras de control, este problema podría dar lugar a no
poder parar una central de este tipo en caso de emergencia».
No se tuvo en cuenta
Sin embargo, a las autoridades españolas, y especialmente a los
integrantes del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) pareció no
importarles las apreciaciones recogidas en el informe, ya que el
problema evidenciado por GE no aparece mencionado en las pruebas de
resistencia a las que fue sometida la central nuclear de Garoña. Unas
pruebas realizadas por mandato de la Unión Europea tras el accidente
japonés de Fukushima.
Fuentes de Nuclenor, la empresa que opera Garoña, aseguraron haber
recibido la comunicación de General Electric, si bien le restaron
importancia y consideraron que forma parte de las notificaciones
«obligatorias» que hacen los fabricantes de los reactores «ante
cualquier anomalía que se detecte». El problema choca con las
pretensiones de la empresa propietaria, que apuesta por mantener abierta
la planta nuclear hasta el año 2019, seis años más de lo previsto.
Es más, lejos de mirar de frente al aviso y reconocer la situación,
desde Nuclenor insistieron en que el fallo «ya era conocido por la
industria, y es seguido con normalidad dentro de los programas de
vigilancia que se llevan a cabo periódicamente».
Además, los responsables de Nuclenor, empresa formada por Endesa e
Iberdrola, agregan que el fabricante (GE) les dio unas guías de
vigilancia para combatir los efectos de una posible interferencia entre
la barra de control y el canal de combustible en caso de producirse una
excesiva deformación de los citados canales durante el desarrollo de una
parada automática con baja presión en el reactor.
En declaraciones a Efe, desde Garoña reconocieron que el problema de
«posible interferencia» puede darse en alguna de las barras periféricas
del reactor. No obstante, le restaron importancia argumentando que este
tendría «poco efecto en el control de la reactividad». A su vez,
destacaron que periódicamente se realizan pruebas que permiten
identificar si una barra tiene fricción por encima de lo permitido, y en
ese caso de ser así se declara inoperable.
«Fusión parcial»
Por su parte, el portavoz de Nucleares de Greenpeace, Carlos Bravo,
afirmó que la central nuclear de Garoña tendría que haber cambiado todo
el sistema de accionamiento de las barras de control tras haberse
detectado este fallo, ya que el mismo pone de manifiesto que las barras
no entran bien.
Bravo explicó que estos cambios implicarían una gran inversión en la
planta, y consideró que por ello Nuclenor ha optado por ocultarlo.
«Si hubiera un terremoto en el norte de Burgos, y las barras de
combustible no entraran, podría producirse una fusión parcial del
núcleo, por lo que se exige el cierre inmediato de la planta», concluyó.