Varias decenas de radicales iraníes han atacado hoy dos recintos
pertenecientes a la Embajada del Reino Unido en Teherán, según ha
difundido con profusión la televisión estatal. El incidente, el último
de un crescendo de declaraciones y medidas contra la representación
británica, escenifica el malestar del régimen iraní con el Gobierno de
Londres por las nuevas sanciones económicas para castigar su programa
nuclear. Los manifestantes exigían el cierre de la representación
diplomática y la inmediata expulsión del embajador.
Unas 300 personas, que la televisión iraní identificó como
"estudiantes universitarios”, se congregaron a las dos de la tarde ante
la sede de la Embajada británica, en la céntrica calle de Ferdowsi, para
protestar contra las "políticas hostiles del Reino Unido”. Varias
decenas de ellos escalaron el muro que rodea el recinto ante la
pasividad de los policías que montaban guardia. La televisión iraní ha
mostrado en directo cómo algunos de ellos rompían los cristales de la
Cancillería y arrojaban objetos por las ventanas. Este mismo medio ha
mostrado como los participantes en la protesta arrojaban piedras y
agitaban un retrato de la reina Isabel II. Según la agencia Mehr,
también arrancaron la bandera británica, la quemaron y la remplazaron
con una enseña iraní. Al parecer, los empleados evacuaron la legación
por una puerta trasera.
Tres horas después, cuando la manifestación empezaba a dispersarse,
llegaron noticias de que otro grupo similar había asaltado la antigua
residencia de verano del embajador británico en el jardín de Golhak, al
norte de Teherán. Este recinto, objeto de una larga polémica con el
Gobierno iraní, ya no se usa como residencia, pero mantiene su estatuto
diplomático y alberga ocasionalmente algunas actividades culturales.
Según la agencia oficial de noticias iraní, IRNA, los atacantes se han
apropiado de "documentos secretos”. Los asaltantes tomaron seis rehenes
que fueron liberados poco después.
Estos graves incidentes, que han motivado una queja del Foreign
Office, culminan la escalada iraní contra el Gobierno británico a raíz
de que prohibiera los intercambios financieros con instituciones
iraníes, incluido el Banco Central. Londres se sumaba así a las nuevas sanciones propuestas por EEUU
tras el último informe de la agencia nuclear de la ONU. En
consecuencia, el Parlamento iraní aprobó el domingo una ley que rebaja
las relaciones diplomáticas con el Reino Unido a nivel de encargado de
negocios y prevé la expulsión de su embajador en un plazo de dos
semanas. Con inusual rapidez, el Consejo de Guardianes (una especie de
Cámara alta designada) ratificó ayer esa decisión.
Un oficial iraní que no ha querido identificarse ha comunicado que el
Gobierno de su país no está detrás de lo sucedido. "No ha sido una
medida organizada... No estaba planeado", ha dicho. Por su parte, el
ministerio de Relaciones Exteriores británico ha calificado de
"atropello" la irrupción en la legación y ha pedido al Ejecutivo iraní
que defienda a los diplomáticos que tiene destacados en ese país.
Londres ha pedido además a los ciudadanos británicos residentes en Irán
que permanezcan en sus casas.
Significativamente, el jefe de la comisión de Exteriores del
Parlamento, Alaedin Borujerdi, advirtió el domingo que si el Gobierno
británico continuaba sus medidas desfavorables contra Teherán, "la
respuesta de los iraníes no se limitará a una reducción de las
relaciones diplomáticas”.
No es la primera vez que la Embajada británica en Teherán se convierte en blanco de estudiantes iraníes. En 2007 cerca de dos centenares de manifestantes apedreaban la legación,
mientras coreaban consignas antioccidentales y pedían la expulsión del
embajador así como el procesamiento de los 15 marinos capturados el 23
de marzo por fuerzas iraníes en aguas del Golfo.
En 1979 la ocupación por parte de varios centenares de estudiantes iraníes de la Embajada de EE UU en la capital iraní condujo a la ruptura de relaciones entre Washington y Teherán.
Los dirigentes iraníes parecen haber querido jugar con aquel
fantasma. Aunque no está claro cuál era su objetivo, la concentración
frente a la embajada tenía todos los ingredientes de un evento
organizado desde arriba. Para empezar, en Irán no es posible organizar
una manifestación sin el visto bueno oficial, como se hizo evidente
durante las protestas de 2009. Tampoco parecía muy espontáneo que las
cámaras de la televisión y los fotógrafos dispusieran de una plataforma
justo enfrente de la entrada al recinto diplomático, tal como se
apreciaba en algunas imágenes. En el segundo ataque, en el jardín de
Golhak, incluso ha podido verse cómo los policías se subían al muro y
ayudaban a los asaltantes a saltar fuera.