Nota de Ronin: buenisimo...!!!! http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/74939/el-fiasco-elenin-o-cronica-de-una-catastrofe-anunciada
La Red arde estos días como consecuencia de una alineación del cometa Elenin con el Sol y la Tierra
Las trompetas apocalípticas suenan a todo pulmón, y nadie es capaz de
dilucidar con datos en la mano cuánto de verdad o no hay en todo esto.
La cuestión es que el próximo martes, día 27, se producirá una supuesta
alineación entre el cometa Elenin (o sus restos, ya que la NASA informó
de que se había autodestruido hace unos días al alcanzar el perihelio),
el Sol y la Tierra, y no faltan las voces, más o menos cualificadas,
que vinculan este tipo de alineaciones cósmicas con fenómenos
catastróficos en la Tierra, generalmente en forma de terremotos –casual
o no, demostrado está-, tal y como sucediera antes cuando se alineó
este cometa con el Sol y la Tierra, produciéndose los archiconocidos
grandes terremotos de los últimos meses (Haití, Chile, Nueva Zelanda,
Japón, etc.).
La NASA ha emitido recientemente varios recientes
comunicados informando no sólo de la destrucción o fragmentación de
este, para ella, insignificante comenta, al cual le llegaron a mensurar
en apenas unos kilómetros de diámetro, sino también de la inutilidad
del pánico que está experimentando una buena parte de la población de
medio mundo (el tecnológico y habitual en la Red), debido a la
imposibilidad física de que esta bola de hielo sucio pueda afectar de
ninguna manera al planeta y, mucho menos, producirle daños
apocalípticos. Dicho pronto: lo califica de paranoia. Y tal vez tenga
razón.
El problema de la NASA, la única organización científica con recursos
serios o suficientes como para informarnos de lo que sucede en el
exterior de nuestro planeta, sean amenazas o descubrimientos
maravillosos, es que es militar y pertenece al ejército más mentiroso
del planeta. Cuestión esta última que comparte al cien por cien con la
clase política que nos domina y con los enormes grandes capitales que
controlan y dirigen el mundo, quienes mienten sistemáticamente incluso
cuando dicen la verdad. El problema de muchos, casi todos los que se
temen algo dramático para los próximos días, no es lo que dicen las
autoridades políticas o científicas de los aparatos del sistema
dominante, sino precisamente lo que callan, lo que ocultan.
Dando por cierta la premisa que las autoridades siempre mienten, además
que es obvio que si fuera a producirse una catástrofe más o menos
global jamás alertarían a la población sino que procurarían salvarse a
sí mismos, es natural que la ciudadanía, aunando observaciones,
pareceres y conocimientos, trate de ser autosuficiente e inferir qué
está pasando en realidad, especialmente por cuanto lo que dice la NASA
o los gobiernos no coincide con lo que se está observando.
Desde el principio he sostenido que Elenin, aun existiendo, era nada
más que una falsa bandera, una mentira blanca o una forma de desviar la
atención de la población del foco de los intereses de la elite, no sólo
por la imposibilidad física de que se pudiera detectar y/o medir un
cometa semejante a casi setecientos millones de kilómetros, que tenía
un brillo ciento cincuenta mil veces inferior a lo detectable por el
ojo humano y que, para colmo, había sido realizado este prodigio con un
telescopio remoto de alquiler poco menos que de juguete, sino porque
tanto el nombre como sus datos generales (fecha de perihelio,
alineaciones, etc.), eran sospechosamente coincidentes con efemérides
políticas de primera magnitud muy anteriores al supuesto
descubrimiento. Nada creíble, en fin, al menos para mí.
Con autoridades profundamente mentirosas (por nuestro bien, supongo),
la información secuestrada en unas cuantas manos muy poderosas, la
capacidad científica de observación en manos del Army y con falsas
banderas como Elenin, uno no puede sino, cuando menos, poner en
cuarentena la información "oficial” recibida, observar los movimientos
que se verifican en el escenario y tratar de colegir lo que puede ser
que esté pasando en realidad, porque en buena medida pudiera ser que la
propia seguridad de uno mismo y la de los suyos se halle en peligro.
Esto es lo que están haciendo muchos ciudadanos en todas partes,
incluidos astrónomos y científicos "rebeldes”, y lo que se está
comprobando no es precisamente tranquilizador. No quiero decir con
ello, sin embargo, que con seguridad debamos temer una catástrofe
planetaria, sino que no está de más que cada quien revise su situación,
vea lo que le conviene, y que, por si acaso –que hombre precavido vale
por dos y un cobarde sirve para dos guerras-, que no esté solo ese día
y que vele, porque lo peor que le podría pasar si no sucediera nada es
que habría tenido una fiesta familiar.
Las observaciones que cualquier ciudadano avisado puede realizar
respecto de este asunto, son muchas y en muy distintos ámbitos. Más
allá de que existen sobradas evidencias de las potencias, de forma
extrañamente coordinada, han construido refugios a gran profundidad y,
en algunos casos, del tamaño de pequeñas ciudades capaces de albergar a
miles de personas por varios años, se da la sospechosa coincidencia de
que la NASA ha puesto en marcha precisamente ahora alarmantes planes de
supervivencia ante catástrofes, supuestamente para sus empleados, que
las televisiones de algunos países están pidiendo en sus informativos
(atención: informativos, digo) que es conveniente que la población se
prepare ¡incluso con equipos electrógenos de emergencia!, o que el
FEMA, el grupo de acción contra catástrofes de EEUU, ha construido
numerosos campos de refugiados en su propio país con decenas de miles
de plazas (aún vacíos) y se ha acopiado millones (420) de reacciones de
supervivencia.
A todo ello, a las maniobras altamente sospechosas como Eagle Horizont
sobre un eventual hundimiento de toda cuenca del Mississippi desde
Florida a los Grandes Lagos, hay que añadirle las supuestas maniobras
militares Cocked Pistol que se desarrollarán a partir del próximo lunes
en EEUU, para lo cual parece ser que obligan a Obama y a su gobierno a
permanecer en el superbunker de Denver, precisamente en las mismas
fechas en que casi todos los parlamentos de las potencias y la ONU
están de vacaciones, en que las grandes multinacionales hacen simposios
en ciudades dotadas con estos bunker y que la ISS, la estación
espacial, va a ser desalojada… porque no tienen suministros. Y todo, el
mismo día en que se produce la alineación. No es que uno quiera ser
conspiranoico, ¡caramba!, es que no le dejan muchas alternativas.
Desde esta columna he comentado alguna vez, refiriéndome a asuntos
aparentemente más domésticos, que me parecía muy extraño que
súbitamente, como obedeciendo una orden dimanada de algún grupo
G-loquesea, se estableciera en todo Occidente un grupo de acción ante
catástrofes bajo mando militar, y no potenciando a los Bomberos o a
Protección Civil, tal y como ha sucedido con la UME en España. ¿Para
qué la duplicación?... ¿Acaso para controlar un incendio forestal o una
riada?... No parece que tal gasto esté justificado, como no parece
estarlo el que mientras haya habido dinero nuestros cazas de combate
hayan estado aparcados en las pistas militares por falta de combustible
y que llevemos ya un par de semanas que no hay quien viva, si es que
reside cerca de una base aérea. Lo mismo, exactamente que está pasando
en muchos otros países, como EEUU, sin ir más lejos, donde han
movilizado a tal cantidad de tropas y equipo y las han llevado hacia
sus fronteras, que incluso en México se sospechan una invasión del
norte del país. Y ello, sin contar con el absurdo repliegue de las
tropas imperiales en Afganistán, Iraq, etc.
Sin embargo, no es sólo en estos aspectos particularmente visibles
donde se están apreciando conductas o fenómenos… extraños, digamos,
sino también en otros órdenes más sutiles. Por ejemplo, desde hace un
par de años se vienen produciendo unas aparente incomprensibles
mortandades de especies animales muy específicas, como mirlo rojo,
trucha, delfines, ballenas, pulpos, medusas, estrellas de mar y, en
estos días pasados, casi setecientos millones de peces de piscifactoría
y río en China. Nadie entiende muy bien el por qué, pero quizás la
razón no esté muy lejos ni sea el ser humano muy ajeno a ella.
La resonancia Schumann es, por decirlo de una manera simple, la
frecuencia de vibración, el latido del planeta, que tiene un valor
estándar constante –desde que fuimos capaces de medirla- de 7,8 hz. Una
frecuencia que es la misma a la que vibra nuestro cerebro, de modo que
cualquier cosa que la interfiera, también lo hace a nuestro modo de
pensar, en particular, y al conjunto de nuestra biología, en general.
Una frecuencia que, curiosamente, en los últimos años ha subido hasta
tener un valor de 12 hz, y sabemos que a los 13 hz se detiene y cae su
valor a cero. Picos de esta variación pueden perfectamente afectar
órganos vitales de algunas especies muy específicas, como muy bien
sabemos por las armas de última generación, en que una emisión
electromagnética de gran intensidad en la frecuencia de un órgano
específico del cuerpo humano, puede colapsarlo y, en consecuencia y
según el órgano de que se trate, producir la muerte por causas
aparentemente naturales: el asesinato perfecto. Algo así, como lo que
ha pasado con estas especies que han ido muriendo desde hace un par de
años a esta parte, contabilizándose entre los cadáveres millones de
individuos… ¡de la misma especie!: mirlo rojo en EEUU, pulpos en
Portugal, estrellas de mar en Escocia, truchas en China…, etc. La
cuestión, naturalmente, es: ¿qué está produciendo esta variación de la
resonancia Schumann?... ¿Acaso Elenin, quizás la grieta oscura de la
galaxia a la que nos estamos acercando…, o es tal vez otro cuerpo
celeste de gran calado que nos han ocultado hasta ahora?...
En cualquier caso, la suma y añadido de todas las piezas de este
mosaico no conforma un dibujo precisamente tranquilizador. Volviendo al
tema de los bunkers subterráneos y a esos otros como La Cúpula del Fin
del Mundo en que, contra toda lógica, las potencias guardaron en
Noruega semillas de todas las especies vegetales del planeta y restos
biológicos y de ADN de todas la especies vivas, esto puede tener una
función no sólo para sobrevivir a una catástrofe cósmica, sino también
a una catástrofe bien de la Tierra, como una guerra nuclear pactada
–somos muchos y hay que eliminar a unos miles de millones-, como una
guerra nuclear no pactada –el remedio mágico a las grandes crisis
financieras, como bien sabemos por la I y II Guerras Mundiales-, e
incluso a un potencial cambio del eje magnético de la Tierra, cosa que
sucederá, o sí o sí, si llegamos a los fatídicos 13 hz de resonancia
Schumann, deteniéndose en tal caso el giro del planeta (se ha calculado
que durante al menos 72 horas), para comenzar a girar en sentido
contrario al menos durante seis días y volver, por fin, a su giro
normal, una vez estabilizada la nueva corriente del planeta y
estabilizado el escudo electromagnético que nos protege de las
radiaciones cósmicas.
Un fenómeno este último de una envergadura tal que nada prácticamente
sobreviviría a ello, no sólo por las alteraciones geológicas y
climáticas que conllevaría (terremotos de magnitudes inimaginables,
licuefacción del suelo, aparición de volcanes por doquier,
desbordamiento de los océanos, etc.), sino también porque durante las
escasas 72 horas que estuviéramos sin la protección de nuestra
magnetosfera, la incidencia de los rayos cósmicos en la superficie no
sólo harían hervir los océanos, sino que matarían al instante cualquier
cosa que tuviera vida, o la dejaría con tales lesiones que mejor sería
que la matara.
Las opciones, como vemos, son muchas, y todas ellas tan malas que
justifican sobradamente la alarma, habida cuenta del alcance de las
consecuencias. No es pues, que algunos locos se hayan echado en brazos
de cierto desvarío, por más que no falten nunca, sino que las
evidencias apuntan a una situación, cuando menos, crítica. Y, como
decía antes, si en el mejor de lo supuestos no pasara nada, mejor que
mejor.
Hay todavía una opción más que, desde mi punto de vista, no es
conveniente desdeñar: Nibiru. Desde que el 1982 fuera descubierto por
la Iglesia Católica a través de su sonda Siloé, y en 1983 por la IRAS
de la NASA, poco o nada se ha sabido de él a nivel público, más allá de
que ha de ser lo bastante importante como para que la Iglesia
construyera el observatorio VATT en Monte Grahan, el Army de EEUU
hiciera lo propio con el de Infrarrojos de la Antártida y que no hace
demasiado se haya lanzado la sonda infrarroja WISE. Ellos, los poderes,
sin duda saben de qué va todo esto exactamente, pero jamás lo dirán si
fuera algo que, según su particular punto de vista, no tiene remedio.
Imaginen, por poner un caso, que tienen la certeza científica de que se
avecina una catástrofe tal que no va a quedar nadie vivo, ¿qué
harían?...: ¿darían una inútil alarma que sólo costaría vidas,
violencia absurda y gratuita y un formidable caos, o por el contrario
dejarían las cosas como están, salvarían lo que fuera posible salvar
(La Cúpula del Fin del Mundo, bunkers subterráneos para poner a salvo
el acervo de nuestra civilización y algunos humanos, etc.) y… que los
demás murieran en paz porque no se puede hacer nada por ellos?...
La cuestión de Nibiru es particularmente interesante por cuanto no sólo
cubre todas las demás expectativas y justifica sobradamente todas las
obras y construcciones faraónicas que el conjunto de las naciones ha
puesto coordinadamente en planta, sino porque también satisface las
causas por las que algunas especies mueren, las inclinaciones
observadas en algunos astros vecinos (Saturno, la Luna –y la aparición
de una atmósfera de nitrium-, desaparición del Cinturón Ecuatorial de
Júpiter, etc.) y da razón de ser al propio cambio climático que estamos
experimentando. Hemos de considerar que si Nibiru es tal y como le
suponemos, y como le suponen nuestros recuerdos ancestrales y escritos,
su campo electromagnético no sólo está ya afectando al de la Tierra y
produciendo todos estos efectos, sino que es más que probable que, en
el caso de ser Elenin una falsa bandera que enmascaraba este otro
cuerpo que ya estaba próximo, en unos días más es posible que tengamos
el dudoso privilegio de verlo en vivo y en directo, con todo su
desolador esplendor. Veremos, y, en tal caso, comprobaremos si tantas
profecías y advertencias de nuestros antecesores son para ahora o deben
esperar todavía un poco.
No pretendo con este artículo crear ninguna clase de pánico, sino sólo
hacer llegar una información que nadie difunde y apenas una voz de
alerta –ni siquiera de alarma- sobre lo que pudiera pasar. En el caso
terrible que sirviera para contribuir a proporcionar una sola brizna de
esperanza, que es decir una opción de supervivencia (si es que
llegáramos al peor escenario imaginable), me daría sobradamente por
satisfecho. |