Evitar que halla variedades vegetales que se pierdan para siempre. Ese es el objetivo de los bancos de semillas que hay repartidos por el mundo, varios de ellos en España. Uno está en Zaragoza. Es el Banco de Germoplasma, que depende del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (CITA), organismo del Gobierno regional.
En sus instalaciones se guardan con mimo, en las óptimas condiciones de humedad y temperatura, semillas de unas 15.000 variedades vegetales que, durante décadas, se han ido recogiendo para conservarlas allí. Se convierte en una auténtica «Arca de Noé» de las semillas. Para algunas variedades vegetales, es su última esperanza o una de las últimas, porque han ido desapareciendo de campos y montes. Es el caso de ciertas variedades hortícolas, fruto de siglos e incluso milenios de evolución genética, de cruces entre plantas, que han dejado de ser cultivadas o que llevan camino de ello.
En estas instalaciones se conservan con mimo y esmero miles y miles de semillas tanto de variedades forestales (caso de los chopos) como frutícolas (almendro, melocotón, peral, cerezo...) y hortícolas. El Banco de Germoplasma de Aragón es el que conserva la más completa colección de semillas de tomate de España, y el quinto del mundo en las reservas de semillas de pimiento, cebolla y puerro.
Los bancos de germoplasma suelen mantener intercambios. Así se garantiza que si los fondos almacenados en uno de ellos sufrieran algún tipo de deterioro, quedan semillas de esa misma variedad en otros bancos. El de Aragón manteniene intercambios, por ejemplo, con otro dependiente de la Universidad de Valencia y con uno de Madrid, situado en el centro estatal «El Encín», en Alcalá de Henares, así como con otro banco de semillas radicado en Wellesbourne (Reino Unido).
Las semillas se conservan en cámaras especiales a una temperatura y humedad muy específicas y constantes. Se ha comprobado que, de esta forma, una semilla puede estar viva y poder germinar durante cien años.