El impuesto sobre las ventas minoristas de determinados
hidrocarburos, más conocido como céntimo sanitario, se ha convertido en
la tabla de salvación para muchas autonomías. En la actualidad lo
aplican 8 de las 15 comunidades autónomas de régimen general y a partir
del 1 de marzo se van a incorporar Cataluña y Castilla y León. La última
que lo ha puesto en marcha es la Comunidad Valenciana que desde el 10
de enero aplica un recargo de 4,8 céntimos por litro como medida de
choque para reducir el déficit.
Y su impacto en el precio final ha sido inmediato. Los últimos datos
del Ministerio de Industria, que recoge precios de 8.600 estaciones de
servicios, muestran como de las diez gasolineras más caras, la gran
mayoría pertenecen a esa comunidad autónoma. En el caso del gasolina hay
siete y en el del gasóleo hay nueve. El precio de ambos combustibles se
ha disparado en la última semana y ya roza los 1,5 euros por litros,
ampliando las diferencias entre comunidades autónomas.
Repostar un litro de gasolina en la Comunidad Valenciana puede llegar
a costar hasta 1,439 euros, mientras que en una gasolinera de El Ejido
(Almería), el precio se reduce hasta 1,210, lo que representa una
diferencia de 22 céntimos y un 20% menos. En el caso del gasóleo, la
brecha es aún más amplia y llega al 30% si se compara el precio más alto
y el más bajo. Esas diferencias se van a ampliar aún más a partir de 1
de marzo, cuando Cataluña y Castilla y León introduzcan el mismo recargo
que la Comunidad Valenciana (4,8 céntimos por litro) al gasóleo y a la
gasolina.
El bloqueo a Irán
La aplicación de esos gravámenes va a tener un impacto directo en el
precio medio de la gasolina que, con toda seguridad, va a superar en
breve el umbral de los 1,5 euros en breve. A ello también puede
contribuir el encarecimiento que puede sufrir el barril de Brent, de
referencia en Europa, si finalmente se cumplen las amenazas al bloqueo
del petróleo de Irán. Este país es el mayor suministrador de España, de
donde procede el 14,7% del crudo que importa. Un problema semejante en
Libia provocó que el precio del crudo se disparara a principios de 2011
hasta los 125 euros (en la actualidad la cotización está bastante
estable en los 110 euros). Un dato que no es baladí en el caso de
España, ya que el 80% de la energía que se consume procede del petróleo.
La apreciación del dólar frente al euro también ha encarecido las
compras de petróleo.
Y la puntilla la puede dar el Ejecutivo central si finalmente opta,
una vez que elabore los presupuestos para 2012 y su estrategia para
reducir el déficit público, por subir el impuesto de hidrocarburos para
incrementar la recaudación. Este tributo ya sufrió un incremento en
julio de 2009, en el que se fijó el cobro de 2,9 euros por litro. El
anterior Ejecutivo, pese a que amagó con aprobar una subida, no se
atrevió a ponerla en marcha por la posibilidad de que el consumo se
deteriorara aún más de lo que ha caído como consecuencia de la crisis.
Entre enero y octubre, el consumo de gasolina cayó un 6,5% en tasa
anual, mientras que en el caso del gasóleo cayó un 3,2%.