1973, un simulacro que parecía real. La mañana
del 9 de noviembre de 1979 el Mando de Defensa Aeroespacial de los
Estados Unidos (NORAD) detectó 300 misiles nucleares dirigiéndose a
territorio americano. La alarma parecía real y enseguida se activó un
protocolo de respuesta, haciendo despegar los bombarderos armados con
arsenal nuclear. El Air Force One, el avión presidencial, se preparó
también para despegar y dirigir la ofensiva desde el aire aunque no se
encontró al presidente Jimmy Carter, que tenía que ser evacuado.
Los
misiles aparecían claramente en la pantalla e incluso se podía calcular
en qué ciudades harían impacto, pero a la hora de confrontar esos datos
con las imágenes vía satélite y el resto de radares, la alerta parecía
una falsa alarma. Al cabo de unos minutos de tensión, el mando de
Defensa encontró la respuesta: el ataque no era real, sino un simulacro.
Alguien había cargado una cinta de entrenamiento en el sistema y se
había olvidado de advertir al Mando.
1983, el ‘annus horribilis’. En
1983 se produjeron numerosos incidentes internacionales en el marco de
la guerra fría que tensaron la relación entre las dos superpotencias.
Para empezar, Ronald Reagan empleó la expresión "imperio del mal” para
referirse a la Unión Soviética en el Parlamento británico e instó a la
OTAN a instalar bases de misiles nucleares en Europa en respuesta a los
que la URSS tenía al otro lado del telón de acero. El 1 de septiembre,
Rusia derribó un avión comercial de Corea del Sur que sobrevolaba la
Isla de Sajalín, un territorio restringido para este tipo de vuelos.
Estados Unidos respondió restringiendo licencias de compañías soviéticas
en suelo americano sin aceptar la explicación de los rusos de que aquel
avión espiaba objetivos militares.
En este contexto, la OTAN
inició unos ejercicios militares llamados Able Archer 83, en los que
simulaba un ataque nuclear de la URSS. Ante la movilización de las
fuerzas de la OTAN en Bélgica, el lugar escogido para las maniobras, la
KGB interpretó un ataque inminente y movilizó al ejército soviético, que
se desplegó en Alemania del este y Polonia en estado de alerta.
Finalmente, los soviéticos confirmaron que se trataba sólo de maniobras y
replegaron sus tropas y armas.
El día en que Stanislav Petrov no apretó el botón rojo.
Aquel mismo año de 1983, el teniente coronel ruso Stanislav Petrov se
encontraba al mando de la defensa aeroespacial soviética cuando detectó
cinco misiles americanos acercándose al territorio ruso. Ante esa
situación, los protocolos de defensa obligaban al militar a responder
con un ataque del mismo rango, es decir, tenía que ordenar el
lanzamiento de misiles nucleares contra Estados Unidos, en defensa de la
nación rusa y sin embargo no lo hizo. Los misiles aparecían en el radar
con claridad, pero eran sólo cinco manchas y aquello le resultó extraño
al veterano militar. Nadie comenzaba un ataque nuclear con sólo cinco
misiles, ya que invitaba al agredido a realizar un contraataque mucho
más destructivo, perdiendo la iniciativa.
Sin embargo, las
alarmas del centro de mando sonaban de un modo ensordecedor y la tropa
se agolpaba en torno a Petrov esperando una orden, un solo gesto, para
emprender la respuesta. Esa orden jamás se produjo. Petrov asumió la
responsabilidad de su decisión y al cabo de unos minutos se reveló
correcta. Ningún misil nuclear impactó en Rusia pero a pesar de ello, el
teniente coronel Petrov fue expulsado del ejército por saltarse el
protocolo. Un año después se supo que lo que detectó el radar eran
manchas solares y que la sangre fría de aquel veterano militar salvó al
mundo de una terrible guerra nuclear.
1995, el ataque de las auroras boreales.
En enero de 1995, un grupo de científicos lanzó desde la isla noruega
de Andoya un misil sonda para estudiar las auroras boreales. Aunque
Rusia había sido informada del lanzamiento del Black Brant XII, la
trayectoria del proyectil hizo saltar las alarmas del mando de defensa,
iniciándose todos los protocolos de defensa. Según se ha sabido después,
el presidente Boris Yeltsin llegó a hacer uso del maletín en el que
tenía guardados todos los códigos nucleares para una respuesta
inminente. Sin embargo, poco después, el misil cambió de trayectoria
alejándose de los objetivos rusos y el ejército paralizó la alarma.