http://www.abc.es/sociedad/20121230/rc-records-terremotos-201212300733.html
Indonesia, El Hierro o Guatemala han sido centros de actividad sísmica en 2012 Desde 1973 se viene midiendo, de manera reticular, la
actividad sísmica de España a escala global bajo criterios más o menos
estandarizados. En los últimos años, sobre todo desde 2004, cada año, e
incluso cada mes, alguna noticia sobre terremotos siembra el
desasosiego. Europa ha sido el escenario de varios episodios. En España,
el fenómeno ha tenido su reflejo con los seísmos de El Hierro y Lorca, donde se ha podido apreciar que el hombre vive en un planeta dinámico.
El año comenzó con fuertes temblores en el mundo. Los terremotos del 11 de abril de 2012 en Indonesia marcaron
un nuevo récord: la sacudida de magnitud 8,7 ocurrió a lo largo de una
falla horizontal. Nunca se habían registrado semejante violencia en
zonas donde los bloques se desplazan horizontalmente. Por esta razón no
se produjo un tsunami como el de 2004, a pesar de las alertas en varios
países de Asia y África y el pánico que se desató. Para que se produzca
un tsunami es necesario un disparo vertical de la corteza. Cuatro fallas
nuevas quedaron activas, una más con la réplica posterior de 8,2.
Muchos son ya los expertos que sostienen que el terremoto de 2004 y el
tsunami que se narra en la película 'Lo imposible' fueron los que
desencadenaron lo que hoy estamos viviendo. La actividad sísmica ha sido
notable en Japón, Guatemala, Canadá, México, Nueva Zelanda, Italia. A la vista de estos hechos, 2012 ha roto las estadísticas del año precedente.
Europa tampoco se ha librado. Un repaso a la más reciente
historia sísmica del viejo continente muestra muchas cosas de lo que
europeos, y especialmente españoles, han sido capaces de hacer para
mitigar estos fenómenos naturales aquí y allende los mares. Lorca recuerda todos los días lo que significa sufrir amnesia símica, l'Aquila o Emilia están
igual o peor. El 21 de julio de 1775, casi veinte años después del
mayor terremoto y tsunami que sacudieron Europa, y que especialmente se
ensañó con Portugal y España, con cerca de 100.000 víctimas, se emitió
la real cédula que autorizaba el traslado de la capital de Guatemala hacia el valle Ermita debido a los destrozos ocasionados por los seísmos de 1773.
El 7 de noviembre, la capital guatemalteca salió muy airosa
del vapuleo al que fue sometida por un terremoto de 7,3 grados. De algo
sirvió la experiencia española y las mejoras introducidas después de
las desgracias de 1917 y 1976. Pero cuando la ciudad de Guatemala se
proyectó desde la vieja Europa, poco a poco la mayor parte de la
población ya caía en el recurrente olvido europeo de lo que representan
los seísmos. La llegada de aquella iniciativa a Guatemala en diciembre
de 1775 fue toda una celebración. Era el primer proyecto para la nueva
ciudad y el 2 de enero de 1776 estaba en marcha. Esa vez los urbanistas
españoles tuvieron la habilidad de encontrar rápidamente un patrón
urbano efectivo y sencillo. Pocas fueron las variantes de aquella
innovadora propuesta que luego se aplicaron a todas las regiones que se
fueron conquistando. El aspecto más interesante fue el gran espacio
abierto y público de la Plaza Mayor, centro de poder y actividad
cívico-religiosa. Un calco de las modernas ciudades europeas de la
segunda modernidad urbana. El autor del primer proyecto que traza la
ciudad fue Luis Díez Navarro. Como en la anterior capital (Santiago),
los principales edificios civiles y eclesiásticos se ubicaron alrededor
de la Plaza Mayor. Carlos III aprobó el informe de su arquitecto
Sabatini, y como consecuencia de ello, creyendo que había escasez de
constructores capaces de realizarlo en Guatemala, se envió a Marcos
Ibáñez, quien reestructuró el proyecto original.
Sin murallas
En lo que atañe a aquellos centros urbanos que todavía eran
españoles, se trasplantó el patrón de agrupamiento característico de
aquella Europa; salvo casos muy aislados, ya no había murallas. Se
diseñó de acuerdo a un trazado urbano 'moderno', reticular, de manzanas
cuadradas. Es admirable cómo semejante experiencia de ultramar hubo de
ser importada en 1829 a Europa. El modelo, con pocos cambios, llegó a
ser implantado en España cuando el terremoto de Torrevieja (Alicante)
destruyó varias villas y asentamientos que fueron posteriormente
sometidos a similares planes urbanísticos antisísmicos.
Esa experiencia ya vivía en la genética cultural española y
por lo tanto europea. A la sazón pudo materializarse tras ser pensada,
proyectada, y puesta en escena en Guatemala con un éxito que aún hoy
sorprende gratamente a los mismos españoles. Desde ese modelo ahora es
más fácil sobreponerse. Y es que 2012 ha traído por toda la Tierra más
sismicidad que nunca: Guatemala ha sido una de las grandes ciudades
fuertemente golpeadas y hace unas semanas ha vuelto en unas semanas a su
nivel de actividad previo al golpe de la Tierra. Lorca, l'Aquila o
Módena no podrían afirmar lo mismo.
Pero entonces en Europa, ¿qué se hizo mal? A aquellos
europeos la tregua sísmica y el olvido se les dilató casi tres décadas,
pero enseguida, ocho años después de comenzar el nuevo proyecto de la
ciudad de Guatemala, en 1783, Calabria les volvió a recordar por dónde
pisaban. Se comenta que el mismísimo Goethe observó las luces del cielo y
previó el terremoto de Messina. Poco a poco Europa se
sumiría nuevamente en su particular amnesia sísmica, y ya volverían a
ser pocos los brotes que despertaran a semejante realidad la memoria
europea: 1802 en Vrancea (Rumanía); Almería en 1804; en Alicante, Torrevieja en 1829; el gran terremoto napolitano de 1857: en 1881 en Chios (Grecia); en 1884 en Colchester (Inglaterra) y ese mismo año en Arenas de Rey.
Desde entonces, hace ya casi 130 años, tan solo las desgracias
recuerdan a los europeos la realidad sísmica de su tierra. La práctica
totalidad de las ciudades españolas han sido diseñadas con leyes
urbanísticas inspiradas en el siglo de la tregua sísmica, el XX, sin
criterios de diseño anti-sísmico como se hizo en Guatemala o Torrevieja.
Pero este 2012 con actividad sísmica récord y al alza pone de
manifiesto la realidad de la historia de España. Incluso en este nuevo
contexto del siglo XXI, la cultura de la sismicidad no se ha actualizado
como otras materias. Simplemente se ha vuelto a olvidar. |